Wagner Group: ¿quiénes son estos mercenarios rusos y cuál es su presencia en África?
La noticia de que Mali había llegado a un acuerdo con mercenarios privados rusos para proteger su seguridad ha alarmado a Francia y Occidente. El nombre: Wagner Group.
Pero, ¿quiénes son estos? La realidad es que el propio Wagner Group no existe como tal, ya que no hay ninguna compañía llamada así radicada en Rusia. Wagner Group es solo un nombre ficticio que aglutina un conglomerado de empresas, intereses y actividades todavía más opacas con sede en Rusia. Detrás del nombre se esconde el alias de uno de sus mercenarios líderes, Dmitry Utkin, fan de Adolf Hitler y del compositor favorito del dictador alemán, Richard Wagner.
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Ninguna de sus actividades y vínculos están verificados y son públicos y su manera de actuar siempre evita el escrutinio público. Sin embargo, sí hay cosas que se conocen de ellos. Al mando de todas las operaciones se encuentra Yevgeny Prigozhin, un empresario ruso que comenzó con una empresa de salchichas en San Petersburgo en la década de los 90. Allí se hizo muy amigo de un joven Vladimir Putin, que trabajaba como ayudante del alcalde, y labraron una relación que le permitió la expansión de su negocio y el sobrenombre de “El Chef de Putin” .
Aunque sin vínculos oficiales con el Kremlin, ya que los grupos de mercenarios están prohibidos por ley en Rusia, hay múltiples conexiones que muestran su relación. Se ha visto a mercenarios del llamado Wagner Group entrenar en su país en bases militares del Ejército, Putin condecoró a Utkin en 2016 por su valor militar y en destino combaten apoyando a los aliados del gobierno ruso.
El grupo nació en Crimea en 2014, tras lo cual pasó a apoyar a Bashar al-Assad en Siria, combatiendo contra el Estado Islámico. Tres años más tarde aterrizaron en África. En el continente, sus actividades son variopintas, pero su misión final es parecida: apoyar a gobiernos, preferiblemente autocráticos, en el poder en su lucha contra cualquier enemigo bien sean rebeldes armados, grupos yihadistas o simples opositores políticos. ¿Qué beneficio buscan a cambio? Concesiones en la explotación de recursos naturales tales como minas, gas natural y demás para empresas privadas rusas y el gobierno ruso. A menudo esta es directamente la moneda de pago, en otros casos un objetivo más a largo plazo.
Principales focos de actuación en África
Es el caso de los principales focos de actuación. En República Centroafricana tienen su principal operación activa en el continente. Allí hay mercenarios asentados desde 2018 apoyando al gobierno de Faustin-Archange Touaderá en la guerra civil contra los rebeldes, protegiendo la capital Bangui de caer. A cambio, empresas rusas se benefician de la extracción de minas de oro y diamantes. Asimismo, también buscan posiciones ventajosas en países ricos en petróleo y gas natural. Es por ello que están presentes también en Libia combatiendo junto a las fuerzas del mariscal Khalifa Haftar y en Mozambique, donde luchan con el Ejército contra los yihadistas en la provincia de Cabo Delgado. Además, enviados del grupo también fueron en soporte del ex dictador de Sudán, Omar al-Bashir, intentando aplastar las protestas prodemocracia antes de su caída en 2017 y todavía siguen allí presentes, protegiendo minas de oro asociadas al régimen. Ahora, Mali será el siguiente terreno donde busquen garantizar la seguridad del gobierno.
El contrato con el gobierno de Mali incluye el envío de 1.000 mercenarios. El número de combatientes varía dependiendo del lugar. En Libia es donde mayor presencia tienen con rumores de hasta 2.000 combatientes junto a las milicias de Haftar. Unos número mucho mayores que los contingentes en República Centroafricana, de unos 450, y en Mozambique, donde hay un máximo de 300 operativos.
La labor de estos mercenarios no se acoge a ningún tipo de legislación internacional y es bien clara: hacer todo lo posible por proteger los intereses de sus clientes. La ONU reportó abusos de todo tipo que han cometido en República Centroafricana: ejecuciones sumarias, torturas, violaciones sexuales, ataques a personal humanitaria, desplazamientos forzados de civiles, etc. Esto preocupa a Occidente que ve como Rusia expande su poder de influencia actuando indirectamente, sin mancharse las manos ni atendiendo a ningún reglamento internacional.
Aunque África no es el destino preferido de estos mercenarios, el dinero les convence. La mayoría de los combatientes provienen de la región Ural en el centro de Rusia, una zona empobrecida donde coteja a hombres con salarios de al menos 160.000 rublos ––casi 2.000 euros––, muy superiores a lo que pueden encontrar en su región natal.
Más allá de mercenarios en terreno
A pesar de que lo más conocido es su presencia armada en combate, sus actividades son muy variadas. Empresas del Grupo Wagner proporcionan también servicios de desinformación en contra de grupos de oposición. En Sudáfrica apoyaron al partido en el gobierno, el Congreso Nacional Africano, en las elecciones de 2019, caso similar al de Madagascar, donde se alió con varios candidatos hasta apoyar al final al que salió presidente, Andry Rajoelina. Estas tácticas las utiliza sobre todo en lugares del sur del continente, con Zambia y Zimbabue como otros terrenos de actuación.
Asimismo, el Grupo Wagner hace servicios de consultoría a gobiernos sobre cómo combatir a rivales y ofrece entrenamiento militar a los Ejércitos locales. Es el caso de países como Camerún, Uganda, Tanzania, Sudán del Sur, Esuatini o Botsuana, entre otros. En estos lugares donde no combaten en el frente y su presencia es más de soporte, el número de efectivos en el terreno se reduce de cientos a pocas decenas.
Es difícil confirmar la presencia de miembros asociados al Grupo Wagner, pero en total diversas fuentes indican su presencia en 24 países a través de sus distintas actividades. Su mayor área de presencia es África Central, la región más inestable del continente y donde compiten directamente con Francia, socio histórico de la región. Con las actividades del Grupo Wagner, Putin aumenta progresivamente la presencia de Rusia en África sin tener que dar explicaciones a nadie.
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