Un año de la guerra silenciada: Sudán se asoma al colapso
🇸🇩 El conflicto entre dos militares por el poder ha desplazado ya a 8,5 millones de personas y casi dos de ellas han abandonado el país. Repasamos cómo está la situación y quién apoya a quién.
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En Nairobi he conocido a una parte de la diáspora sudanesa, muchos de ellos artistas que hacen exposiciones para ayudar a sus familias. Ellos han podido huir de una de las peores guerras que existen a día de hoy. No son los únicos. Mi compañera de piso me contaba que trabaja con un sudanés en previsión climática de la ONU y aunque él ha podido salir a Etiopía, donde trabaja, tiene al resto de su familia –hermanos, primos, tíos– allí y es el único que puede enviar algo de dinero, cosa que tampoco es sencilla ya.
El 15 de abril de 2023 se anunció un ataque de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) a las Fuerzas Armadas de Sudán (FAS). El objetivo era un golpe de Estado liderado por el miliciano y vicepresidente de un gobierno ya golpista contra el jefe del Ejército. Pero lo que intentó conseguir en unas horas el General Mohamed Hamdan Dagalo, conocido como Hemedti, se ha recrudecido en una de las peores guerras con crímenes de la humanidad de sus hombres y los de su rival, el General Abdel Fattah al-Burhan.
Aquí tienes un breve explainer de por qué empezó la guerra y quiénes son ellos dos que hicimos cuando estalló la guerra. Fue la pieza más leída durante muchos meses y un año después sigue en el top-10 de los artículos más leídos de África Mundi.
Si el resumen de este año tuviera que darse en números, habría tres clave. 8,5 millones de personas desplazadas, de las que 1,8 millones son refugiadas fuera del país, según datos de ACNUR. La mayoría cruzan la frontera a los ya pobres y conflictivos Sudán del Sur o Chad y 25 millones de personas, más de la mitad de los 45 millones de habitantes, en necesidad de ayuda humanitaria. La guerra atrapa a todos. Más de 10 millones de niños, uno de cada dos en el país, ha estado a menos de 5 kilómetros de fuego activo, como dice Save the Children y la labor de Médicos sin Fronteras en el país hace entender la magnitud amplia de la catástrofe: no solo son heridos, son miles de casos de malnutrición, embarazos de riesgo, y 100.000 casos de malaria y otros 2.000 de cólera. Todo ello con el 80% de los hospitales en zonas de conflicto sin funcionar.
Por si fuera poco, no hay ni financiación ni apoyo ni a los que se quedan ni a los que se van. Solo se ha cumplido el 7% de los requisitos del Plan Regional de Respuesta a los Refugiados de Sudán de 2024 y el 6% del Plan de Respuesta Humanitaria, según ACNUR. Es una guerra olvidada. Todo eso para nada. Porque un año después poco hace parecer que vaya a acabar pronto y el país se asoma a un colapso sin precedentes. Vamos a contestar algunas de las preguntas más comunes.
Un año después: ¿quién va ganando?
Si esto fuera un partido de fútbol o un combate de boxeo en el que puedes ganar a los puntos, te diría que las FAS, pero la realidad es que están muy lejos de ganar.
Hemedti pasó de rumorear que había muerto al no aparecer durante meses en público a darse en enero un tour diplomático de la victoria, como llamaron algunos por el continente. En Sudáfrica se abrazó con el presidente Cyril Ramaphosa, en Ruanda con Paul Kagame, en Uganda con Yoweri Museveni y en Etiopía con Abiy Ahmed. No solo eso, sino que hizo de representante sudanés en la cumbre de la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo, una organización regional del este de África, ocho países donde se hizo la foto con el resto de presidentes como él mismo se encargó de promocionar en Twitter.
Su tour venía tras meses de avances de las RSF. En diciembre acababan de capturar el Estado de Gezira, al sur de Jartum, capital que también controlaban. De allí al oeste controlaban la práctica totalidad de las regiones de Darfur, de donde se originaron hace veinte años las milicias Janjaweed que ahora integran las RSF. Las FAS tuvieron que mover incluso su base de operaciones al este a Port Sudán, a más de mil kilómetros de Jartum, donde mantenían el control. El norte es en su mayoría desierto y una vía de escape de los ciudadanos sudaneses.
Sin embargo, las últimas informaciones hablan del avance de las FAS, que se han apoyado en milicias locales islamistas como el Movimiento de Liberación de Sudán y el Movimiento de Justicia e Igualdad. Las FAS ya han comenzado a capturar partes de la capital, incluidas las instalaciones de los medios de comunicación estatales, así como el Estado de Gezira. El último mapa fiable data de febrero y ya mostraba esa incursión por el norte, con las RSF todavía en el sur de Jartum.
Por lo tanto, ninguno de los dos puede decir que venza ni vaya a hacerlo en un futuro próximo.
¿Quién es mejor opción para Sudán?
La realidad es que ninguno de los dos. Cabe recordar que ambos Al-Burhan y Hemedti se aliaron para dar un golpe militar contra el gobierno civil de Abdalá Hamdok, elegido tras la revuelta popular que depuso al longevo dictador Omar Al-Bashir.
Ninguno es mano de santo tampoco. En esta guerra la ONU ha considerado que ambos han cometido crímenes de la humanidad. A las FAS se les acusa de bombardear indiscriminadamente a civiles y de decapitar a estudiantes basándose en su etnia, mientras que a las RSF se les acusa de violaciones en grupo, torturas y asesinatos allá por donde pasan.
Si pudiese elegirse sería cualquier otra opción, pero si tuviera que ser uno escogería al Ejército de Al-Burhan. Al fin y al cabo este es un militar de carrera que conoce lo que es vivir en un país sin guerra. Hemedti es, en cambio, un mercenario que ha vivido toda su vida de la guerra y la minería ilegal, con graves crímenes de humanidad en Darfur documentados por sus milicias durante décadas. La llegada al poder de un poder así aterraría todavía más a un país al que no le vienen bien los militares, pero menos los milicianos sin ley.
¿Quién apoya a quién?
Esto es muy interesante y aquí se pueden hacer dos distinciones: los aliados africanos y los internacionales.
En África hay casi más apoyos ya a Hemedti que al Ejército. Más allá de su reconocimiento en los viajes de enero que mostraron su poder diplomático, al RSF le apoyan de manera directa países que recluta milicias como Libia, República Centroafricana, Chad y Níger. A ello se suma Etiopía, que apoya a las RSF como contrapartida del apoyo que hacen Egipto y Eritrea a las FAS de Al-Burhan.
Sin embargo, interesa más el apoyo extranjero. El principal suministrador de armas y apoyo de las RSF es Emiratos Árabes Unidos, como reveló un informe de la ONU. Sin su apoyo se caerían mucho sus opciones de victoria. La contrapartida para las FAS es Egipto, que también suministra armas y, sorprendentemente, Irán. Tras años de mala relación, la entrada de grupos islamistas a apoyar al Ejército y la necesidad de este de verdadero apoyo militar ha hecho que acerquen posiciones e incluso se rumoree que hayan enviado ya drones de combate.
El resto de apoyos de las FAS han ido más hacia un intento de llegar a un acuerdo regional: Turquía se ofreció como mediador y Arabia Saudí ha acogido esos encuentros que apoya Estados Unidos y tímidamente Catar.
Un colapso próximo
La situación hace prever que a corto-medio plazo Sudán puede entrar en un colapso total si la guerra no acaba. No se prevé solución ni parece que la haya. Los frágiles procesos de paz de Yeda promulgados por Arabia Saudí, Egipto y Estados Unidos no han dado sus frutos más allá de aceptar ambos líderes sentarse en la misma mesa, algo que tampoco han materializado todavía.
Estados Unidos busca reunirlos ahora el 18 de abril, cuando se cumple un año, pero ninguno de los dos tiene motivos para acordar un alto al fuego. Hemedti todavía controla demasiado y no hace ni tres meses que daba vueltas por el continente como ganador y Al-Burhan ve como sus fuerzas poco a poco van recuperando, a un ritmo, eso sí, lento, que eternizaría la guerra, pero que le dan esperanzas para no firmar.
A ello se suma que no hay una enorme presión internacional. Con la guerra en Gaza y en Ucrania, la comunidad internacional tiene sus esfuerzos diplomáticos puestos allí y no tiene tiempo ni interés en un país con mucha historia de conflicto.
El problema es que si gana uno de los dos la estabilidad está de todo menos garantizada. Si lo hacen las RSF y Hemedti será un criminal de guerra quien se ponga al mando de Sudán. Un señor que solo ha sabido a lo largo de su vida que pelear, que no gobernar, y que lo hará con más de medio país en contra, incluidos los suyos por los actos hechos durante la guerra. Su única manera para avanzar será con mano dura y probablemente haya picos de violencia.
Pero es que si ganan las FAS tampoco será ideal. El Ejército, como se ha demostrado, es débil, no pudiendo contra unas milicias externas. Además, como se vio en el tour de Hemedti la posición diplomática de Al-Burhan se ha visto diezmada, con la mayoría de líderes ya dando por vencedor a su rival.
A ello se suma los malabares internos: los dos grupos islamistas que le apoyan pedirán parte del pastel y con el tiempo puede acabar pasando con las RSF, que con tanta cesión acaben rebelándose contra el propio poder. En ese caso, que Sudán acabe como Siria sería el peligro, aunque sea a medio plazo.