Tigray: ¿retirada voluntaria de Ahmed o derrota?
Hace una semana, el primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, anunció que sus tropas se retiraban de la región de Tigray y declaraba un alto al fuego unilateral tras ocho meses de conflicto. Ahora, una semana después no está claro ni el alto al fuego ni que se retiraran por voluntad propia. Un total de 7.000 soldados del Ejército nacional han sido detenidos y hechos caminar a la cárcel como prisioneros de guerra por parte de un Frente de Liberación Popular de Tigray (FLPT) que ha recuperado el control de la capital regional, Mekele, y canta victoria. Asegura que no se han ido, los han echado, y tras primero asegurar que para ellos la guerra continuaba, el domingo impusieron condiciones para un verdadero alto al fuego.
En un comunicado, el FLPT exige siete condiciones para dejar las armas, entre ellas la retirada de tropas de la etnia Amhara y de Eritrea de la región, una investigación de la ONU de delitos de guerra y la restauración de servicios básicos como electricidad, agua, telecomunicaciones, etc. Ahora la pelota está en el tejado de Ahmed, quien defendió ayer que hay intereses impurios para desestabilizar el país y que no acabe la guerra. El primer ministro quiso reafirmar durante la semana que se habían retirado las tropas por una cuestión estratégica y que serían capaces de recuperar el control de Tigray en semanas como hicieron en noviembre.
La realidad es que Ahmed ha salido muy dañado de una guerra que no solo no ha vencido, sino que ha herido su proyecto de unión. Aún a la espera de resultados oficiales en las elecciones generales, el primer ministro afronta ahora una región que no tiene claro que quiera seguir formando parte del país, como aseguró el propio líder del FLPT, Debretsion Gebremichael, que volvió a aparecer en público: "Si no nos quieren, ¿para qué quedarnos?". La situación entra en una fase de negociación que de ir bien puede restaurar la paz, pero que de no hacerlo puede retornar la violencia y romper el país.