Ramaphosa representa a África en un G-7 con promesas insuficientes
El presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, llegaba pletórico a Reino Unido como invitado por el G7. "Nos invitan en reconocimiento de nuestro liderazgo mundial en la lucha contra la pandemia", dijo. En Cornwall se reunió con los principales líderes mundiales para pedir la suspensión de la patente de las vacunas de coronavirus y financiación para cubrir los 16,8 mil millones de dólares que necesita la Organización Mundial de la Salud para cubrir tests, diagnósticos y vacunas de Covid-19.
Dos días más tarde salió contento, pero sin muchas de sus promesas cumplidas. El G7 se comprometió a donar mil millones de vacunas a países de rentas bajas de todo el mundo, pero no acordaron una suspensión de las patentes. La cifra para África todavía no se conoce, pero las organizaciones sanitarias la consideran insuficiente, ya que se necesitan 11 mil millones para inmunizar al 70% de la población mundial. El G7 también anunció un apoyo de 80 mil millones para la recuperación económica del sector privado africano en cinco años, aunque el FMI considera que el continente necesita casi seis veces más, unos 425 mil millones, para poder recuperarse de la crisis y que no aumente la pobreza.
Sudáfrica ha sido tradicionalmente la representante de África en la diplomacia internacional desde el fin del apartheid. A pesar de su decreciente influencia debido a los casos de corrupción y su inestable situación económica en la última década, así como su mala imagen dentro el continente debido a los casos de discriminación en Sudáfrica contra africanos de otros países, el país sigue como líder en el exterior ante la falta de otra nación con estabilidad y poder diplomático internacional. El liderazgo junto con India de la petición para desregular las vacunas ante la Organización Mundial del Comercio ha devuelto protagonismo a Sudáfrica, pero como hemos visto en el G7, su capacidad de presión es limitada.