Catar y Yibuti tienen cosas en común. El primero es uno de los países más pequeños de Oriente Medio, el segundo, de los más pequeños de África. Podrían ser gemelos, pero pesar de su tamaño, ambos se diferencian mucho.
Catar es el país con el noveno PIB per cápita más alto del mundo – alrededor de unos 52,00 dólares – y ocupa el tercer puesto en el podium de las reservas de gas natural, un 12,4% del total comprobadas del planeta. Un catarí ingresa de media 2.500 euros al mes y en su capital, Doha, no sobran los resorts hoteleros, las islas privadas y los rascacielos que acarician las nubes.
En Yibuti, con una extensión similar a la de la Comunidad Valenciana, allí lo que pone los dientes largos es su brillante ubicación geográfica. Sumado a su condición como zona de libre comercio, Yibuti depende en gran medida de países como Francia, el cual posee la mayor base militar del país. La puerta entre el Mar Rojo y el océano Índico, desciende hasta el puesto número 130 de 196 en PIB per cápita –3,500 dólares – y los recursos naturales que posee, como el petróleo, caen en manos extranjeras.
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