¿Qué fue la Conferencia de Bandung y qué tiene que ver con África?
🪧 La cita afroasiática, que se realizó en la ciudad indonesia del 18 de abril al 24 de abril de 1955, fue la primera reunión entre naciones del sur sin la presencia de actores occidentales.
🤭Análisis y explainers como estos son posibles gracias a la implicación de nuestros colaboradores y suscriptores de AM+. Si no sabes qué es AM+ y quieres formar parte, suscríbete por 50 euros al año o 5 al mes 👇🏼
Los indonesios no podían pisar los suelos de mármol ni ver las lujosas lámparas del interior del Gedung Merdeka. Tenían prohibida la entrada: era un edificio reservado para la gente rica de la ciudad de Bandung; es decir, los holandeses que colonizaron el archipiélago durante 350 años hasta 1949.
Hace setenta años, el 18 de abril de 1955, el espacio se abrió, ya con el país independiente, para acoger la primera Conferencia Afroasiática —conocida como la Conferencia de Bandung. En ella se reunieron 29 delegados de naciones asiáticas y africanas para debatir sobre su visión del orden mundial. El evento, en el que no participaron potencias occidentales, supuso el primer paso del Movimiento de los Países No Alineados. Allí, condenaron el racismo y segregacionismo, al mismo tiempo que pactaron que aquello que los unía era la lucha contra el imperialismo y no las similitudes raciales o culturales.
¿Quién la organizó y quiénes participaron?
Los organizadores fueron cinco países asiáticos: India, Indonesia, Pakistán, Ceilán (hoy Sri Lanka) y Birmania (Myanmar). Tanto el primer ministro indio en 1955, Jawaharlal Nehru, como el presidente indonesio Sukarno asumieron un gran protagonismo.
De hecho, estos cinco países sentaron los precedentes en dos reuniones anteriores. La Conferencia de Colombo fue celebrada en abril de 1954 y allí ya empezaron a discutir sobre descolonización en el contexto de la guerra de Indochina. Se los conoció como los Cinco de Colombo. Estos mismos se reunieron en Bogor (Indonesia) en diciembre de ese año para planificar la primera conferencia afroasiática de la historia.
En Bandung se reunieron además las siguientes naciones asiáticas: Afganistán, Arabia Saudí, Camboya, República Popular de China, Filipinas, Irán, Irak, Japón, Jordania, Laos, Líbano, Nepal, Siria, Tailandia, Turquía, Estado de Vietnam (Vietnam del Sur), la República Democrática de Vietnam (Vietnam del Norte) y Yemen. Mientras que, por otro lado, los representantes de África fueron Egipto, Etiopía, Costa de Oro (hoy Ghana), Liberia, Libia y Sudán.
Surgimiento de la conferencia: qué pasaba en el mundo y por qué surgió
Era el tiempo de la descolonización. La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) había terminado hace una década. En cascada, antes de la reunión, varias colonias habían obtenido su independencia: Indonesia en 1945, aunque no fue reconocida hasta 1949; India en 1947; Sri Lanka en 1948; China en 1949, entre otras.
Estos nuevos Estados buscaban reforzar su papel como actores independientes en el escenario internacional: mostrar al mundo que tenían cosas que decir. Al tiempo de su celebración, la población unida de las naciones participantes era de unos 1.500 millones de personas: representaban algo más del 50% de la población mundial. Hoy esas naciones también asumen más de la mitad de las personas del planeta, con unos 4.500 millones de habitantes.
Los países vinieron a decir: somos tantos y hablamos tan poco. Algo que ya dijo Sartre en el prólogo de Los Condenados de la Tierra de Fanon: “No hace mucho tiempo, la tierra estaba poblada por dos mil millones de habitantes, es decir, quinientos millones de hombres y mil quinientos millones de indígenas. Los primeros disponían del Verbo, los otros lo tomaban prestado”.
La mayoría de los territorios en África seguían luchando por su libertad. La idea era más bien tratar de incitar a los pueblos oprimidos para que alzaran la voz y lanzar un mecanismo de presión a las fuerzas colonizadoras para que dejaran de ejercer su poder.
En Bandung se fijó la idea del Tercer Mundo en el imaginario político mundial. Y dos potencias marcaron una fuerte influencia en el desarrollo de la reunión, pues ocurrió en plena Guerra Fría. Estados Unidos y la Unión Soviética luchaban por el poder total y las naciones del sur global se vieron presionadas por elegir uno de los bandos. Según Kevin Ochieng Okoth, autor de África Roja: “Bandung envió un mensaje claro a las dos superpotencias: los nacionalistas del Tercer Mundo tenían su propia ideología política, que no podía reducirse ni al capitalismo ni al comunismo soviético”.
Los nuevos países no querían ser satélites, pero a la vez no querían ser olvidados y silenciados. En la búsqueda de ese equilibrio se movieron las potencias en Bandung.
¿Qué se decidió en Bandung y qué significó?
No había un objetivo concreto, como sí ocurrió en algunas conferencias que buscaban conseguir un acuerdo de paz. Badung, en cambio, buscó construir una idea. Por ello, se debatieron los medios para lograr una cooperación económica, cultural y política más plena, como reza su comunicado final. En resumen, se expresaba un sentimiento de solidaridad y apoyo mutuo entre estos países. Esta conferencia se identifica como el punto en el que comenzaron las relaciones África-China modernas (también se suele situar como el inicio al muy lejano en el tiempo, pero relevante viaje del almirante Zheng He a la denominada costa suajili africana en el siglo XV).
Es también por esta razón por la que se habla del “espíritu de Bandung”. Una especie de imaginario colectivo, que incluye esa idea del Tercer Mundo y que derivó en el Movimiento de Países No Alineados (este último se concretaría en la Conferencia de Belgrado en 1961).
Aun así, se pactaron algunas líneas políticas. Lo primero que fijaron es que los países africanos y asiáticos estaban unidos por su rechazo al colonialismo y no por sus similitudes raciales y culturales.
En cuanto a la cooperación económica, entre otras medidas: se pactó la urgencia por promover el desarrollo económico en la región asiático-africana; se acordó prestarse asistencia técnica mutua, ya sea con expertos, personal en prácticas o creación de institutos de formación; se recomendó crear el Fondo Especial de las Naciones Unidas para el Desarrollo Económico y se reconoció la necesidad de estabilizar el comercio de productos básicos en la región.
Estaban convencidos de que uno de los medios más poderosos para promover el entendimiento entre las naciones era a través de la cooperación cultural. Se pactó renovar los antiguos contactos culturales entre los pueblos de Asia y África, condenar el “racismo como medio de supresión cultural” e incentivar el intercambio de información.
Además, las naciones acordaron aceptar los Cinco Principios de la Coexistencia Pacífica: el respeto a la integridad territorial de cada país y la soberanía; la no agresión; la no injerencia en los asuntos de otros Estados; la igualdad y beneficio mutuo y la coexistencia pacífica. Estos eran los principios de las relaciones exteriores chinas que se habían pactado en el acuerdo chino-indio de 1954.
Zhou Enlai, primer ministro chino, quiso aclarar que China buscaba unidad y no pelear, así como enfatizar “la necesidad de buscar puntos en común manteniendo las diferencias”. “Nosotros, países de Asia y África, estamos todos atrasados económica y culturalmente. ¿Por qué no podemos entendernos entre nosotros y cooperar de manera amistosa?”.
Giro ideológico: la interpretación de Occidente
El día que comenzó la conferencia, el New York Times llevaba el tema en portada y, en sus páginas interiores, introdujo una viñeta.
En ella: una persona, caracterizada como los pueblos asiáticos y africanos, es lanzada desde el “colonialismo” al infierno del “comunismo”, bajo las órdenes de otro personaje representado como la “China roja”. El mensaje era claro por parte de las potencias occidentales: las naciones que colonizamos van a ser tentadas por el comunismo. Por tanto, vieron la cita como un giro ideológico a la izquierda de la región: es decir, una amenaza.
En la conferencia también se discutió sobre esta cuestión, pues dentro de los participantes había delegados más pro-occidentales que otros. Por ejemplo, los líderes de Pakistán, Filipinas, Tailandia, Libia, Turquía y Vietnam del Sur expresaron abiertamente sus “sentimientos anticomunistas”. Y se abordó el tema de considerar a la Unión Soviética como un actor colonizador, mencionados por primera vez por el representante de Irán, o por el de Irak, que dijo que las naciones afroasiáticas recién independizadas estaban en peligro de caer bajo su dominio. Incluso el Príncipe Wan Waithayakon de Tailandia se atrevió a acusar abiertamente a China de dar refugio al líder izquierdista tailandés Pridi Panomyang. Pero Zhou Enlai tuvo un “tono conciliador”, lo que facilitó las conversaciones y llegar a acuerdos sobre las líneas generales políticas.
Fin del espíritu de Bandung
Después de la conferencia, el espíritu de Bandung tuvo su época de mayor florecimiento. Sobre todo en África, ya que a partir de esta se generaron otras conferencias como la Conferencia Panafricana de los Pueblos celebrada en Accra (Ghana), debido a la poca asistencia de naciones africanas en Bandung. Además, a partir de 1960 se dieron la mayoría de las independencias africanas. También ello propició el auge del internacionalismo negro y del panafricanismo. Incluso llegó a los campus estadounidenses en los setenta: en Berkeley, en la Universidad de California, unos estudiantes formaron el Frente de Liberación del Tercer Mundo.
Pero sobre 1975, esta idea fue diluyéndose. Tras el golpe de Estado de Pinochet en Chile en 1973, auspiciado por Estados Unidos, Washington empezó a promover la doctrina económica neoliberal en el sur global. Concretamente, la crisis del petróleo de ese año afectó mucho a los países que no formaban parte de la OPEC, los cuales tuvieron que recurrir a los préstamos –acompañados de condiciones– del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, que estaban controlados por Estados Unidos.
Además, en África, muchos líderes revolucionarios, lo que era la burguesía nacional que había dirigido la liberación, habían sido depuestos y asesinados en colaboración con potencias occidentales (como Patrice Lumumba en la República Democrática del Congo). Y surgió otra élite más alejada de las aspiraciones políticas de la población.
“Las naciones de Bandung pecaron de ingenuidad al creer que el orden internacional estaría dispuesto a acomodar las demandas de estos nuevos proyectos nacionales burgueses”, dijo el economista egipcio Samir Amin. El nacionalismo anticolonial se oponía a los objetivos del neoliberalismo, que estaba diseñado para reforzar el control imperialista del Tercer Mundo. En esta época, los gobiernos occidentales toleraron regímenes antidemocráticos del sur global. Entonces, la idea de de cohesión social basada en puntos raciales o étnicos volvió al primer plano en detrimento del vínculo anticolonial ideado en Bandung y en los proyectos que salieron de dicha reunión.