No solo es el café, el té africano está al alza y Kenia manda
En el oeste de Kenia, en las laderas de condados como Kericho, Kisii o Trans-Nzoia, las plantaciones de té se multiplican cada año. En 2006 se producían 345 mil toneladas al año, para 2013 ya había aumentado a las 436 toneladas y en 2020 llegó a un nuevo récord: 570,50 mil toneladas de té. El crecimiento ha situado a Kenia como un país referencia en el mercado del té a nivel mundial, siendo el tercer mayor exportador tras China e India. La industria de exportación generó 1,2 mil millones de dólares en 2020 en el país, donde la agricultura manda y el té, junto a las flores cortadas, son uno de los principales mercados.
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En total, 13 países se consideran productores comerciales de té, cultivando al menos 1.000 toneladas al año. Kenia produce casi el 70% del té que se cultiva en África y multiplica casi por diez la producción del siguiente en la lista: Malaui. Allí, en la localidad sureste de Mulanje, comenzó la producción comercial del té en África en la década de 1880. Los británicos potenciaron a principios del siglo XX en sus colonias la producción de té en aquellas regiones dadas para un buen cultivo.
La producción actual refleja esa geografía e influencia británica: las zonas altas y húmedas alrededor del Valle del Rift en el este del continente dominan la producción. A ella se añade como excepción las pequeñas colinas en el oeste de Camerún. Este caso refleja la importancia británica al producirse casi exclusivamente en las dos regiones anglófonas. Alrededor del 99% del té que se produce en África es té negro de planta Camelia y es el que principalmente se consume. Sin embargo, hay lugares donde no es el que más se produce. La región de Cabo Occidental en Sudáfrica se conoce por la producción del té rojo Rooibos. Además, cada vez surgen más variedades creativas de té como el morado en Kenia, el verde Sorwathé en Ruanda, el blanco Satemwa de Malaui o el negro de vainilla de la plantación Bois Cheri en Mauricio. Los principales países exportadores coinciden con los productores, como es lógico, pero hay una excepción notable. Marruecos no produce té pero aún así es el quinto con mayor valor por exportación de té. La razón es que es el octavo mayor importador del mundo, con China como principal proveedor, y una parte de ese té acaba yendo a otros países.
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