Marruecos: de nación de tránsito a acogida selecta de migración
🇲🇦 El control de fronteras europeo y el interés marroquí de mejorar sus relaciones con países subsaharianos ha llevado a una política de regularización que condena el sueño de muchos.
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John Christian Barnes dejó su Ghana natal hace 12 años con la esperanza de poder pisar algún día territorio europeo. Futbolista profesional en su país, ansiaba llegar a Europa para integrar un equipo del Viejo Continente y regresar a casa cumpliendo el sueño de debutar con su selección nacional. En su camino hacia “El Dorado” intentó varias rutas. La primera fue desde Mauritania, donde quiso embarcarse rumbo a las Islas Canarias. Tras casi tres años de espera, decidió desistir en su idea.
Escuchar historias de otras personas que, como él, ansiaban alcanzar Europa, le hizo considerar Marruecos como un destino al que viajar. Lamentablemente, durante el trayecto perdió todo su dinero y no pudo seguir adelante con su plan. Fue entonces cuando puso rumbo a Argelia, donde encontró trabajo y consiguió generar un colchón de ingresos. Aun así, la situación allí tampoco fue fácil.
“Me arrestaron en Argelia y de allí me deportaron a Mali. Por razones como esta me ha llevado tanto tiempo llegar a Marruecos. Argelia me dificultó mucho acceder a un permiso para entrar al reino de Mohammed VI”, comenta Barnes. Sus palabras las dice en el documental ¡BOZA!, creado por la asociación marroquí Racines en el marco del proyecto MADAR.
En la obra se cuenta su historia y la de otros dos jóvenes, Abdou Maty, de Senegal, y Joel Koungou Essindi, de Camerún. Los tres viven en los llamados “tranquilos”, los campamentos informales de Marruecos en las inmediaciones de Ceuta y Melilla. Hasta allí llegan en su afán de corear ¡Boza!, expresión de júbilo en lengua fula que evidencia la felicidad de acceder a territorio europeo.
Doce años después seguían intentando conseguir su objetivo, pero cada vez es más difícil. Al control migratorio financiado por Europa se suma el interés del gobierno marroquí en regularizar a migrantes para satisfacer a otros países africanos y sumar puntos en diplomacia. Aun así, no es fácil conseguir papeles y para la gran mayoría, vivir en Marruecos no es el objetivo. Miles de migrantes se ven atrapados en un país donde el racismo hacia las personas negras sigue muy presente y donde aquellas personas sin regularizar cada vez están más perseguidas.
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