El coste de tener la regla en África
A sus 14 años, Triza tiene que salir fuera de su casa para ir al baño. Allí, de noche, cuando le baja la regla, tiene miedo. No hay agua y cuando se acaba tienen que ir con una garrafa de cinco litros a un punto comunitario.
Aun así, Triza es afortunada. Cuando la menstruación baja en hora escolar el colegio le ofrece una compresa e incluso tiene permiso para irse a casa si quiere. Kenia es uno de los nueve países de África que ha erradicado el impuesto a los productos de higiene menstrual. Lo hicieron en 2004 y siete años después comenzaron el programa del que se beneficia Triza por el que invierten tres millones de dólares en hacer llegar compresas a colegios. Con todo, la realidad sigue siendo otra en el país. Dos de cada tres usa un remedio casero cuando tiene el periodo ya que no tienen otra opción. No sólo eso, sino que la educación tampoco es extensiva. Un tercio de las kenianas no sabe qué es la menstruación hasta que la tiene por primera vez en su vida. Una mayoría invisibilizada Sudáfrica es el único país africano donde un producto industrial de higiene menstrual, es decir una compresa, tampón o copa, se utiliza principalmente. El resto de países utiliza remedios caseros, desde trapos, telas y papel higiénico hasta piel de cabra incluida en lugares como Sudán del Sur, donde el 83% de las niñas no tiene acceso a nada para protegerse. En los países más desarrollados un 75% de mujeres utiliza productos comerciales, pero en países considerados de rentas bajas más de la mitad recurre a remedios caseros. Tres son las principales razones: disponibilidad, coste y aceptación cultural. El precio de las compresas y la poca oferta son la principal barrera para que las mujeres puedan utilizar productos industriales de higiene menstrual. Un estudio en Uganda descubrió que estos productos son lo último a lo que renunciarían en caso de no tener dinero. Por otro lado, la falta de conocimiento y aceptación cultural de otros productos sanitarios más rudimentarios no ayuda a mejorar las tasas. Aún así, esto no es lo más importante ya que otros estudios en Kenia y Uganda descubrieron que las mujeres sí prefieren una compresa o tampón, pero no se lo pueden permitir. En algunos países, el estigma social las lleva a ser apartadas e incluso a niñas a no poder ir a la escuela. Todavía queda mucho por avanzar en la salud menstrual en África, pero eliminar los impuestos y rebajar su precio es un paso necesario para aumentar el uso. Esta es una pieza en colaboración con la oenegé The South Face.