A finales de diciembre, el presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, recibió a 16 jefes de Estado africanos en la cumbre África-Turquía en Estambul. Allí, pidió para el continente un asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU. Un mes más tarde, Emiratos Árabes Unidos invitó al presidente egipcio, Abdel Fattah Al-Sisi, y días después a su homólogo etíope, Abiy Ahmed. Este último acogió a sus compatriotas en la Asamblea Anual de la Unión Africana la primera semana de febrero, donde una de las grandes noticias fue la decisión de retrasar dos años la toma de decisión de si suspender o no a Israel como país observador de la organización.
Estos tres actos en el espacio de poco más de un mes están aparentemente inconexos y desunidos, pero muestran en el trasfondo la creciente importancia de otros actores geopolíticos en el continente africano. A pesar del foco en Estados Unidos y China y más recientemente Francia y Rusia, hay vida e intereses más allá del binomio Occidente-Oriente. En este plano hay una segunda escala de países a lo largo de todo el globo que, aunque con menor peso en África, están incrementando sus relaciones en sectores clave.
En esta serie repasaremos brevemente a los grupos más relevantes. Hoy empezamos con Turquía y los países del Golfo.
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