Los movimientos independentistas de África
Varias comunidades africanas han intentado la secesión o al menos reclamado de una manera u otra. Solo dos lo han conseguido: Eritrea y Sudán del Sur. En cambio, la mayoría se queda en el intento.
A finales de septiembre de 2020, los coches no podían pasar a la región del Volta en el este de Ghana. Varias personas bloquearon la entrada con pancartas de con el lema “defendemos nuestros derechos”. Horas después, miembros armados del Frente de Restauración de Togolandia Occidental (FRTO) proclamaron la independencia del área más oriental de Ghana. Las noticias llegaron a todo el mundo y aunque la declaración no fue más allá, la tensión siguió presente. No era la primera vez que lo intentaban tres años antes también habían anunciado la independencia.
Togolandia Occidental es el nombre que ha adoptado el movimiento secesionista para un nuevo Estado que ambicionan separarse de Ghana en el este del actual país. A pesar de la reciente tensión, las raíces del conflicto se derivan de la época colonial y la salida de Alemania del continente. Tras la Primera Guerra Mundial, Alemania renunció a sus colonias incluidas la de Togo y Francia y Reino Unido se repartieron el territorio. Esta zona quedó en medio de ambas y en 1957 quedó adscrita a Ghana tras la independencia británica en lugar de a su vecina Togo, quien conseguiría la soberanía de Francia tres años más tarde. Históricamente y culturalmente los más de cuatro millones de habitantes de esta región se sienten más apegados a Togo y tras años denunciando falta de representación en la política nacional, en 2019 el FRTO se creó pidiendo la creación del nuevo país.
A día de hoy, el movimiento secesionista de Togolandia Occidental es uno de los dos frentes activos. El otro se encuentra al cruzar tres países en dirección al centro del continente: el Estado de Ambazonia en Camerún. Allí las razones son muy similares a las de Togolandia Occidental. Alemania también operó su colonia de Kamerun hasta que franceses y británicos se la repartieron y con las independencias, estos quedaron dentro de Camerún en lugar de con Nigeria. Aquí hubo de por medio un referéndum donde ambas regiones votaron entrar en Camerún, pero sesenta años después lo lamentan. Ambazonia se extiende por las regiones sudoeste y noroeste de Camerún, que acogen al 20% de la población y la salida al golfo de Guinea. La mayoría de la población allí es de habla inglesa y no francés como en la mayoría del país y el conflicto nació por un problema de idioma. En 2016, profesores y jueces salieron a protestar para poder trabajar oficialmente en su idioma y tras años de derechos cercenados. Sin embargo, las manifestaciones fueron contestadas con fuerza por el ejecutivo de Paul Biya y el movimiento se radicalizó hasta coger las armas. A día de hoy, siguen los ataques y estos causaron que Camerún perdiera la sede de la Copa Africana de Naciones en 2019 y solo la pudiera celebrar en 2022 bajo excepcionales medidas de seguridad.
Una definición indefinible
Los movimientos secesionistas en África no son nuevos y muchos de ellos vienen por la descolonización. Definir qué es un movimiento de independencia y qué no es difícil y podría hacerse en cuanto a diferentes factores, pero todos ellos dejan dudas. Si escogemos por el grado de éxito nos quedaríamos con una imagen incompleta, así como si lo hacemos por reconocimiento internacional. Si en cambio los filtramos por su procedencia, por ejemplo si son dados tras la descolonización, dejaríamos atrás factores económicos, sociales y étnicos. Otra lente sería poner el foco en los que más sostenidos hayan sido o quienes hayan tenido ramas armadas, pero entonces dejaríamos de lado a los que no son pacifistas.¿Por qué no entonces mirar a quienes han formado partidos políticos y tienen representación parlamentaria? Porque entonces renegaríamos de movimientos independentistas nacidos en la clandestinidad en entornos donde es imposible llevar sus proclamas a la política nacional. Por tamaño también es preocupante. Por otro lado, los movimientos pueden estar pidiendo mayor autonomía, una secesión completa o la anexión a otro territorio.
Asimismo, buscar una fuente para resumirlos a todos es complicado. No existe una base de datos que los categorice. Para esta mapa nos hemos basado en el libro de investigación Secessionism in African Politics: Aspiration, Grievance, Performance and Disenchantment, que ofrece una recopilación de artículos de investigación sobre movimientos de independencia en África.
En base a lo que consideran los editores Lotje de Vriers, Pierre Englebert y Mareike Schomerus hemos hecho una categorización considerando cómo de activos se encuentran y qué tipo de objetivo han conseguido. En este sentido, hemos definido cuatro categorías: los activos, los durmientes, los Estados de facto y los que han conseguido la independencia.
Movimientos durmientes
A día de hoy, consideramos solo como activos los de Togolandia Occidental y Ambazonia, es decir, movimientos que en los últimos años han autoproclamado la independencia de sus territorios reclamados y están activos en la lucha por conseguir la soberanía.
En el lado contrario encontramos a aquellos movimientos que consideramos durmientes. Estos son aquellos que han tenido un periodo de mayor actividad en pos de la secesión en el pasado, pero que en la actualidad la han puesto en pausa o no tienen tanto apoyo.
Es el caso claro de Biafra en Nigeria, quienes declararon la independencia en 1967 y dio lugar a una terrible guerra de dos años y medio hasta que los secesionistas fueron derrotados. En este movimiento se unieron varios factores: por una parte había sentimiento étnico, con los Igbo liderando la secesión. Por otro lado había una clara diferencia religiosa con el norte del país, de mayoría musulmana, donde habitantes Igbo habían sido asesinados. Por último había un factor económico, al sentirse abandonados por el Estado y tener en la región salida al golfo de Guinea y a las reservas de petróleo que allí se encuentran. A pesar de su derrota, el sentimiento se ha replicado en otras partes del país entre otras etnias como la Yoruba o la Fulani conforme cambiaba el gobierno, aunque nunca llegó tan lejos.
Varios de estos sentimientos se replican en la región de Casamanza en Senegal. El conflicto comenzó tras la independencia y ganó peso en la década de los ochenta, pero el acuerdo de paz en 1991 lo ha mantenido de baja escala. Al sur del país y separados de las otras regiones por el pequeño país de Gambia, los separatistas de Casamanza aducía diferencias históricas.
Asimismo, hay una serie de movimientos que son principalmente étnicos quienes se vieron separados por Estados tras la descolonización. Es el caso del movimiento de Azawad en Mali y Ogaden en Etiopía. En el primero son los Tuareg, desperdigados por hasta cinco países –Argelia, Libia, Níger, Burkina Faso y Mali– quienes buscaban su independencia y controlan su territorio ante la dejadez estatal. En el caso de Etiopía, Ogaden es la región donde habita la minoría somalí y que hace frontera con Somalia. Desde 1994, poco después de la caída del régimen comunista del Derg, el Frente de Liberación Nacional de Ogaden lanzó una insurgencia que duró hasta 2018, cuando llegó a un acuerdo con el nuevo Ejecutivo liderado por Abiy Ahmed.
Algo similar, aunque con una diferencia precolonial ocurre con los secesionistas de la franja de Caprivi, en Namibia. Su origen está en el pueblo Lozi que habitaba el Reino de Barotse, un territorio que ocupa la parte occidental de Zambia y la extensión que entra de Namibia. A pesar de que el nacionalismo ha sido también patente en Zambia, en estas regiones se ha asociado más a una mayor autonomía política que a una secesión. En cambio, en la parte namibia en 1999 los separatistas atacaron las sedes del gobierno nacional y lanzaron sus proclamas separatistas aludiendo su pasado como pueblo Lozi.
Un año antes, en una pequeña isla que acoge a 240.000 personas se declaró la independencia de Anjouan. Hastiados por la mala situación económica, una parte de los habitantes proclamó la república y la separación de Comoras, una pequeña nación de tres islas que sin Anjouan se quedaba en dos: Grande Comoras y Moheli. Inicialmente, los secesionistas pedían volver bajo mandato francés como la vecina Mayotte, que a día de hoy sigue siendo territorio de ultramar francés, pero a pesar de un referéndum donde reclamaron un 99,8% de apoyo a la secesión, el nuevo Estado nunco echó a andar.
Unos kilómetros más al norte pero también en el Océano Índico se encuentra otro de los movimientos durmientes más históricos: el de Zanzíbar. Este caso es curioso porque no forma parte de la Unión de Tanzania por acuerdo desde la independencia colonial en 1964 y está reconocido como un territorio semiautónomo, pero aún así hay voces que reniegan de la unión. Zanzíbar no ha estado históricamente vinculado a la parte continental y fue colonizada primero por los portugueses con Vasco da Gama al frente y después formó parte del sultanato de Omán, donde se asentó el Islam y en un periodo de alta influencia en la trata de esclavos antes de pasar a manos británicas en el siglo XX. En la actualidad el 99% de la población sigue siendo árabe y a pesar de las diferencias religiosas con Tanzania continental, de mayoría cristiana, el movimiento secesionista no es potente debido al grado de autonomía.
Entre los durmientes también hay dos casos únicos. Primero está el de Cabinda, que pertenece a Angola por obra y arte de Portugal. El territorio angoleño está separado del resto del país por R.D. Congo y al inicio pedía unirse a ellos. Sin embargo, con la descolonización pidió su independencia y la Organización de Unidad Africana aceptó su reclamo como estado soberano, pero en 1975 el tratado del fin de la guerra de independencia de Angola lo incluyó entre sus territorios. El descubrimiento de vastas reservas de petróleo en sus costas han hecho de este territorio uno muy cotizado.
Asimismo, la región de Katanga ha sido también una de las más icónicas. En este caso el movimiento surgió tan solo diez días después de la independencia de R.D. Congo y el nuevo líder del país, Patrice Lumumba, lo asoció al intento colonial por retener control de parte del territorio y sus recursos naturales. Ante una situación nueva en 1960 y teniendo en cuenta el potencial efecto dominó que podría causar, la Organización de Unidad Africana rechazó la secesión y se comprometió a respetar de ahí en adelante las fronteras coloniales tras las independencias.
Los que lo han conseguido
Todos estos movimientos nacen con la idea de poder efectivamente conseguir la secesión y hacer realidad un Estado separado. De todos los mencionados, tan solo dos lo han conseguido: Eritrea y Sudán del Sur. El primero lo hizo tras la caída del Derg en Etiopía en 1990, consiguiendo su independencia un año después. El segundo lo hizo en 2011 tras un referéndum de autodeterminación y años de conflicto con el norte, de mayoría musulmana, y el sur, de mayoría cristiana. En este caso las reservas de petróleo han jugado también un papel importante y un motivo de la consiguiente guerra civil alentada por las élites en base a las diferencias étnicas entre los pueblos Dinka y Nuer. Por otro lado están dos casos diferentes pero que se han agrupado bajo Estados de facto. En el caso de Somalilandia lo es porque a pesar de no estar reconocida su secesión de Somalia, ocurrida también en 1990, la región está operada como un país de facto independiente y tiene incluso mayor estabilidad que el resto de Somalia. El segundo caso es el del Sáhara Occidental, que es único al ser el único país que legalmente sigue siendo una colonia y que a su vez está ocupado por otro país africano. Con un referéndum de independencia avalado por la ONU pendiente desde 1991, la República Árabe Saharaui Democrática está reconocida como país soberano por la Unión Africana, que lo incluye entre sus miembros, aunque la mitad de su territorio esté controlado por fuerzas marroquíes. En este caso la guerra entre Marruecos y el Frente Polisario, movimiento de liberación del Sáhara Occidental, que comenzó en 1975 tras la ocupación estaba paralizada tras el alto al fuego de 1991, pero en 2020 se reanudó el enfrentamiento armado activo. Este mapa y texto son una explicación de algunos de los movimientos secesionistas recogidos por un libro de referencia sobre ello en África. Integrar a todos ellos en la misma caja es imposible así como buscar una explicación única a sus motivos. Las fronteras coloniales, la identidad étnica, las aspiraciones políticas, la geografía, la situación económica así como los factores culturales influyen de una manera u otra en los movimientos secesionistas en África. Entenderlos en su diversidad y complejidad es vital para comprender las historias de los pueblos que las habitan.