"Los estereotipos sexuales deshumanizan a las personas afrodescendientes"
La sobremesa "El sexo será antirracista y feminista, o no será" fue un éxito para desmontar mitos y fetiches alrededor de las personas negras en el ámbito sexual y reproductivo.
Dos horas y media después, Ana Bueriberi, Yania Concepción y Noor Ammar Lammarty se fundieron en un abrazo. La sobremesa El sexo será antirracista y feminista, o no será fue toda una declaración de intenciones y un torrente de ideas.

Desde desmontar mitos fetichistas a la representación de los cuerpos negros en el cine, las tres ponentes hablaron con libertad sobre cómo el peso de la historia afecta a las personas afrodescendientes en Occidente y cómo hoy en día las redes sociales perpetúan unos estereotipos que se reducen a lo individual en gustos.
La sobremesa comenzó con una pregunta para las ponentes sobre los principales estereotipos hacia las personas negras, y ahí hubo una cosa clara: se quita el intelecto para reducirlo únicamente al físico, con diferencias de género. “(Un estereotipo) es que los hombres negros son inherentemente más sexuales que los blancos y se les suele asociar a que son agresores sexuales por naturaleza”, explicó la psicóloga y terapeuta sexual somática, Yania Concepción. “En cambio, las mujeres negras son frecuentemente más vistas como exóticas, salvajes, calientes, fogosas, vulgares…”, añade.
Eso genera un problema que explica la periodista y cofundadora de Afrocolectiva, Ana Bueriberi: “Si el hombre negro es el agresor, por consiguiente, la mujer negra es siempre la abusada”. Algo que incide la activista y jurista Noor Ammar Lammarty, que ve que ese patrón se replica en el mundo árabe: “Cuando tú posicionas a las mujeres en sumisión absoluta, lo que generas es un concepto de mujer que no puede hacer nada en ningún ámbito y colocas a los otros (hombres) como potenciales violadores y agresores”, explica.
Esos estereotipos, como el pene grande en el hombre o el tabú de tener sexo con una mujer árabe porque se ve como algo prohibido, generan unos fetichismos inexactos que los reproducen. “En una aplicación de citas te puede llegar un comentario de: ‘quiero que seas mi esclava’”, dice la periodista, que explica que esos estereotipos han generado un submundo como el raceplay, un juego sexual por el que dos personas interpretan razas, aunque no sea la suya. “Yo soy el blanco amo y tú eres la negra esclava”, afirma.
Lo mismo ocurre con las mujeres árabes, a lo que se suma la estética con el velo y la sensación de ser algo prohibido. “Hay una categoría porno de mujeres con velo. Hay una fetichización increíble hacia lo oculto, ese halo de erotismo que nos desprende una mujer que no es accesible”, explica la jurista. Pero la diferencia entre las mujeres árabes y las negras está el añadido religioso: “Cuando se mezcla el tema religioso, que genera muchísimo morbo, está la cosa de exotizar lo que puedo ver, pero debería no poder ver”, añade Lammarty.

Unos estereotipos que se refuerzan en los medios de comunicación, cine y teatro. “En ficción, las mujeres negras hacen de accesible, prostituta, trabajadora de hogar. Los hombres negros hacen de pandilleros, etc.”, explica Bueriberi. Y eso hace que muchas personas negras queden encasilladas y solo puedan optar a papeles secundarios que refuerzan esas ideas preconcebidas. Unos papeles para los que están forzados a aceptar para poder seguir viviendo y pagar sus facturas. “Muchas actores y actrices negras y negros tienen que aceptar papeles superpeyorativos para su identidad negra, que perpetúan estereotipos como que en África se comen a los niños o que hay enfermedad o sida, son discursos que se siguen perpetuando”, explica Concepción. “Hay actrices negras que no pueden optar por otro papel porque este sistema racista no les da opción”, explica.
Esos estereotipos y esa falta de oportunidades ha llevado a muchas mujeres a buscar ser más blancas. “Las mujeres blancas en los países árabes están muy idolatradas. Hay cremas, tratamientos… toda la estética gira en torno a ser más blanca”, explica Lammarty, que detalló, entre risas, la diferencia entre su país natal, Marruecos, y aquí en España. “Yo cuando era pequeña me decían: no te pongas mucho al sol que te vas a poner negra. Yo descubrí que estar morena no era malo cuando vine aquí. Todo el mundo en España estaba obsesionado con ponerse negra en verano”, dijo.
Por todo ello hace falta una educación sexual integral, algo para lo que ven muy difícil las tres ponentes. “La educación sexual aquí es cero, se basa en la pornografía”, dice Bueriberi, algo en lo que coincide la terapeuta. “Creo que a nivel mundial no hay educación sexual. Sigue siendo un mito”. Noor dice que esa educación se ve desde una visión muy euro centrista. “El concepto de educación sexual es que es algo muy colonial, muy blanco”, añade la jurista.
El problema es cómo construirla. Las realidades han mostrado que la teoría se genera en Occidente y se replica en el resto del mundo, un problema que puede perpetuarse en la salud sexual y reproductiva mediante la cooperación. “En Europa se crea mucha teoría y no se pasa por el cuerpo. En África, se vive desde el cuerpo, con el percibir, con el oler, con la tierra, y después creamos la teoría”, explica Concepción.
Esta sobremesa forma parte de Conversextion, un proyecto liderado por Amref Salud África en alianza con la Amref International University, la Fundación Sexpol y la Federación Planificación Familiar (Sedra-Cejas). Cuenta con la colaboración de África Mundi y es posible gracias al apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo.
Amref Salud África fue fundada en España hace 25 años alcanzando un récord de más de 1.075.000 personas beneficiarias gracias a la ejecución de medio centenar de proyectos en 7 países en África. “Con Conversextion queremos promover una ciudadanía activa y comprometida con el Derecho a la Salud”, dicen desde la dirección de la oenegé.
Los jóvenes que lo deseen pueden apuntarse a la red en la web www.conversextion.es, donde se dan más detalles del proyecto.
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