Liberia: un país marcado por el ébola que se ha concienciado con su salud
🇱🇷 La epidemia de 2014 a 2016 desmoronó la sanidad liberiana, pero esta se ha recompuesto y ha podido establecer un sistema basado en la confianza de los ciudadanos.
Este 26 de julio es el día de la independencia de Liberia, un país complejo en el oeste de África que fue marcado por una epidemia que devastó el país y horrorizó al mundo: el ébola. Once años después, el sistema sanitario del país coge fuerza con un sistema claro y estructurado que busca robustecer la prevención ante enfermedades, la concienciación con la salud y la confianza en el sistema sanitario.
El 30 de marzo de 2014, Liberia comenzó a caer por un precipicio que parecía no tener fin. Ese día, las frágiles autoridades sanitarias detectaron dos casos del virus del ébola en la región de Lofa, frontera con Guinea. Apenas tres días después, un portador viajó a Monrovia. Ahí se desató la tormenta.
En los próximos dos años, el país sufrió el mayor número de muertes de toda África occidental con 4,809 fallecidos por el virus, una tasa de mortalidad del 45%, a pesar de no ser el que más contagios tuvo con 10.675, por debajo de Sierra Leona.
“El ébola nos enseñó muchas cosas y expuso las debilidades de nuestro sistema sanitario y ayudó a reforzarlo”, explica Emmerson Rogers, coordinador del programa de Enfermedades Tropicales Desatendidas en el Ministerio de Salud de Liberia. “Nuestra sanidad se desmoronó”, añade.
Por aquel entonces el país con casi 5 millones de habitantes tenía tan solo 50 doctores. Hoy, el sistema se ha reforzado, cuadruplicando el número de doctores hasta tener 1,8 por cada 10.000 habitantes y duplicando la inversión en sanidad por parte del gobierno. Aun así, esta todavía es del 4,8% con respecto al presupuesto total, lo que la deja por detrás de la media africana del 7,1% y de la mundial del 10,8%. Eso se refleja en el ratio de doctores también, al estar por debajo de la media africana de 2,6 por 10.000 habitantes y muy lejos de la media mundial de 17,2 doctores por esa misma cantidad de población.
Una vez acabada la epidemia en 2016, el trabajo no era solo reforzar el sistema sanitario y hacerlo robusto, una tarea titánica, pero que poco a poco el país avanza, sino que también era “recuperar la confianza de la gente”, asegura Rogers.
El equipo del Ministerio de Salud que se dedica a combatir las ETD se enfrentaba al inicio con problemas de personas que desconocían las enfermedades como la filariasis linfática, la úlcera de buruli o la lepra y se negaban a medicarse para prevenirlas.
“Mucha gente comenzó a pensar que si les dábamos una pastilla era porque queríamos infectarles de ébola, y aunque el programa de administración masiva de medicamentos ya estaba antes de la epidemia, la gente perdió la confianza”, explica Rogers. “Tuvimos que hacer mucho trabajo de concienciación y educación a la gente para que recobraran la confianza en el sector público”, añade.

Cuatro años después del fin del ébola, la pandemia del Covid-19 cogió al mundo por sorpresa. A todos, menos a Liberia, que supo como actuar. “Aprendimos de la epidemia, tuvimos equipos de emergencia en los condados y el Covid-19 no nos debilitó”, dice orgulloso. Para ello fue vital la concienciación ciudadana, que acompañada por el miedo del pasado hizo que los liberianos supieran lo que no debían hacer para contagiarse. “Cuando el Covid-19 vino, la gente se adhirió a las políticas públicas a primera. Todo el mundo estaba asustado, al final era una pandemia mundial que había cerrado todo”, afirma Rogers, que asegura que vino bien para demostrar que ya eran capaces de soportar epidemias. “A pesar de que cerró negocios, en general el país se benefició”, explica.
En total, Liberia sufrió 8.090 casos y 285 muertes por la pandemia del Covid-19, una tasa que le situó entre los que menos sufrieron y en el décimo país con menos muertes en el continente africano.
Ahora, los oficiales del Ministerio de Sanidad y ayudantes en el terreno aseguran que la gente de entrada no tiene reparos en tomar el albdenzaol o la ivermectina, dos de los medicamentos para prevenir la oncocercosis y la filariasis linfática. “Desde la crisis del ébola, la gente está más concienciada y predispuesta a tomar medicamentos”, asegura Karter S.M. Hayes, enfermera responsable del centro de salud St. Peter Claver en Buchanan. “Sí, la gente tiene interés en tomarse los medicamentos”, explica Christopher Morris, asistente de salud comunitaria en el poblado de Laworta.

Ese sistema de confianza se ha labrado gracias al esfuerzo del Ministerio de Salud y a los programas de entrenamiento y concienciación a personas líderes en su comunidad como Morris que luego transmiten el saber a sus vecinos y les alertan para que no crean que esas enfermedades que sienten en sus pieles les hacen raros. “Ahora es mucho más sencillo que antes, había mucho mito sobre estas enfermedades, pero con educación en salud nos dimos cuenta de que tu salud es tuya sola y si no la cuidas te dañará a ti mismo”, explica Josephine Wuola, compañera de Morris. “Para quitar esos mitos hay un proceso gradual, debes educarlos y cambiar su mente, pero lo bueno es que si tienes una hermana o amiga tomándose esas pastillas, pues te la tomarás tú también. Ahora es muy común que la acepten de primeras, por eso no vemos casi casos de ETD”, explica Wuola.
Una “cascada” de conocimiento como lo define Rogers que comienza desde el Ministerio de Salud en Monrovia. Allí han implantado un sistema bien claro: un responsable por cada condado, un supervisor por cada centro de salud informado y este a su vez a cargo de ayudantes en cada pueblo como Morris y Wuola.

Toda una máquina que aunque todavía es imperfecta, como admite Rogers que asegura que “la principal debilidad es la coordinación” pues depende de la “motivación” y de supervisores para hacer una “búsqueda activa” de casos con los voluntarios, algo que no siempre ocurre, pero que asegura que “si reforzamos esa área, más casos saldrán”, algo positivo para buscar el objetivo final: reducir a cero las ETD en Liberia.
Rogers suspira, consciente de que su tarea es titánica: “Mi trabajo es muy ajetreado en el día a día”, asegura, pero le pone la pasión de a quien se preocupa por cuidar de los suyos. “Esta es nuestra gente. Si nosotros no les ayudamos, ¿quién lo hará?”, finaliza.
Este reportaje ha contado con financiación de Fundación Anesvad. Fundación Anesvad trabaja para la erradicación de las Enfermedades Tropicales Desatendidas en Liberia y otros países endémicos de África.