Las lágrimas que se convirtieron en un río
🪻 Jacaranda es espacio donde una mujer no originaria de estas tierras comparte su mirada sobre literatura, cultura y feminismos.
Leo los poemas confundida, pensando que no entiendo muy bien de qué va este libro. Leo y releo las palabras de Jonas e intento encontrar en ellas un hilo narrativo, una idea fosforescente entre la oscuridad de lo que encuentro. Son palabras duras, emocionalmente cargadas, que sobrepasan la calma de la terraza de Ciudad del Cabo en la que las leo. El viento de la ciudad me acaricia mientras leo entre lágrimas las preciosas palabras de una joven autora del mismo lugar en el que me encuentro.
Me ha regalado este libro una persona que se convirtió en un amigo más por voluntad que por conocimiento. James es el mejor amigo de una de mis grandes amigas, y ya antes de conocernos en persona, ambos decidimos ser amigos por lógica: nos gustan los mismos temas, tenemos personalidades muy similares y ambos tenemos un gusto agrio por el humor. No nos podíamos caer mal, estaba acordado implícitamente. Al llegar a Ciudad del Cabo, ambos llevamos un libro al otro, quizás como un símbolo de voluntad de convertir esa amistad idealizada en una amistad real. Yo le ofrecí Mala Estrella de Julia Viejo, y él me regaló Weeping Becomes a River, de Siphokazi Jonas.
Como era de esperar, ninguno de ambos conocía a la autora del otro, por lo que nos pusimos a investigar. Me gustó darme cuenta de que Siphokazi Jonas es una poeta y narradora sudafricana, más o menos de mi edad. También es dramaturga, actriz y productora. Es una de estas personas que se habría identificado como humanista, pero que ahora necesita muchos títulos para explicar exactamente lo que sabe hacer. Es licenciada en Literatura Inglesa y tiene un grado universitario en Teatro y Literatura Inglesa por la Universidad de Ciudad del Cabo. Entre sus reconocimientos destacan premios nacionales e internacionales en cine, literatura y artes escénicas, como el Premio Sudafricano de Cine y Televisión, el Sol Plaatje European Union Award y el Poetry Africa Festival. Su obra #WeAreDyingHere ha sido adaptada a un cortometraje poético premiado y proyectado en festivales internacionales. Fue criada entre diferentes mundos de un mismo país: en un pueblo afrikáner, un internado inglés y una comunidad xhosa rural. En Weeping Becomes a River, su más reciente obra, entrelaza poesía y relato oral para reescribir su lugar en una genealogía de mujeres narradoras. El poder de su voz es indiscutible:
Cuando la Madre narra la historia, no empieza contando cómo el río le devolvió a su hija. Ni que ixhalanga, arrastrada hasta la orilla casi muerta, resultaría ser la niña que se había visto obligada a entregar. En lugar de eso, comienza en el mismo punto en el que la Nombrada recompone su propio recuerdo: con la canción que atravesó las aguas, tirando de su ombligo y arrastrándola desde las profundidades hasta la superficie.
La Madre estaba arrodillada al borde del río, como lo había estado cada día desde que regresó al pueblo sin su hija y con un dolor que no podía poner en palabras. Allí rezaba a las aguas pidiendo perdón, suplicándoles que le devolvieran a Olinde Ukuhiywa (p. 48).
De la obra de Jonas me gustan dos cosas. La primera es un poco contradictoria, pero me gusta no entender todo lo que dice. Me gusta que combine diferentes lenguas que se encuentran exactamente así mezcladas en su cabeza. Lejos de intentar traducir todo lo que allí ocurre, lo plasma en el texto: inglés, xhosa y afrikaans se alternan para explicar la realidad de un país con trece lenguas oficiales. Interesantísimo, claro, es indagar en qué idioma utiliza para determinadas emociones; qué partes y qué palabras elige para narrar lo que la atraviesa.
El segundo punto es mucho menos intuitivo, y se trata de la oscuridad y las sombras presentes en su historia. Weeping Becomes a River no es una lectura fácil, como tampoco lo es comprender qué te dice la autora. Es una mezcolanza de temas que se viven de forma confusa y que procura transmitir. Así, a la amalgama lingüística se le suma otro de conceptual; en el que la alienación, la memoria, las experiencias intergeneracionales, la voluntad de la autora de recuperar un pasado que solamente conoce a medias, la cultura, las tradiciones y las tensiones de la modernidad se entrelazan en forma de poesía narrativa. El acto de barrer como un hecho rutinario, pero también una necesidad de poner orden en un país que ha sufrido ya bastante, se convierte en un acto revolucionario que Jonas emprende bolígrafo (o teclado) en mano.
James vive delante de una librería y, claro, la próxima vez que nos vimos, quedamos para ir. Es una librería que da la esquina, pero es una de las más bonitas de la ciudad entre dos océanos. Se llama The Book Lounge, y tiene una parte subterránea en la que te puedes sentar y empezar tu lectura. Solo te piden que, de vez en cuando, compres un libro. Cuando entramos me emocioné al ver que las lágrimas que se convirtieron en un río se han convertido aquí también en un éxito de ventas mundial. Había todo un estante lleno del libro de Jonas, y parecía haber sido el éxito del mes. “No creo mucho en los bestsellers, pero este creo que es importante”, me dice mi amigo, que procede a saludar a todo el mundo dentro del sitio. Sonrío, le observo de lejos y repaso la contraportada de mi ejemplar. “Sus poemas lidian con el pasado, el presente y los futuros posibles, sin olvidar que el cuerpo es un territorio marcado desde el nacimiento, y su aroma nunca desaparece”, afirma alguien. En unas semanas tendré la certeza de estas palabras al cerrar la última página del libro llorando.