Las emprendedoras africanas acusan la brecha de género
A Sewasew Hailu el diseño le ha gustado desde bien pequeña, cuando su abuela le enseñó a coser. Conforme creció perfeccionó la afición y a día de hoy con 39 años la ejerce de profesión en Adís Abeba. Hailu abrió su propia tienda hace siete años en la capital de Etiopía de vestidos y trajes para bodas, graduaciones y ocasiones especiales y ya tiene cinco empleados con los que fabrica todo a mano. A pesar de ello, su negocio sufre de problemas que le impiden despegar. A ser una mujer divorciada a cargo de tres hijos se une la falta de financiación para las emprendedoras como ella.
En África hay más mujeres autónomas y con negocios con empleados que hombres, pero sus empresas tienen menos beneficios, menos empleados y menos valor económico. Las emprendedoras se enfrentan a problemas como la especialización en sectores de menor valor, la falta de educación en servicios financieros, la falta de seguridad en sectores dominados por hombres así como el tiempo para poder sacar adelante sus negocios. La emprendedora media africana tiene 37 años, está casada y tiene estudios básicos. Esto lleva a las mujeres a abrir negocios de menor valor añadido relacionados con la venta minorista y la hostelería. Además, las mujeres que abren sus negocios tienen tan solo un 23% de conocimientos financieros, hasta diez puntos menos que los hombres, como muestran los datos del informe Power Parity del Banco Mundial. Como a Hailu, esto también afecta a la hora de crecer. Conforme va creciendo el número de empleados se va reduciendo el número de empresas lideradas por mujeres. Ellas encabezan el 20% de los negocios con hasta diez empleados, pero la cifra se reduce a la mitad cuando son ya grandes empresas de más de 100 empleados y aún más hasta el 7% en macro-empresas de más de 500 empleados. En total, hay nueve factores que causan la brecha de género y reducen el crecimiento de las mujeres.
Cobertura legal: Tan solo tres países prohíben la discriminación por género a la hora de abrir un negocio y aunque se ha avanzado, en muchos países todavía hay trabas para que una mujer comience legalmente su propio negocio.
Normas sociales: La influencia de costumbres sociales reducen a las mujeres a ambientes de menor valor añadido, impidiendo de raíz su éxito e independencia económica.
Peligro de violencia de género: La posibilidad de sufrir violencia machista es tan real que en Malaui el 14% de las emprendedoras admite haber sufrido violencia física o emocional. Tener un entorno seguro tanto en el trabajo como en casa dificulta sus negocios.
Educación: En educación secundaria y terciaria las mujeres todavía reciben menos educación que los hombres, lo que lleva a tener de media mujeres con menores conocimientos de gestión financiera y de visión de negocio a largo plazo.
Confianza: El sistema heteropatriarcal reduce la confianza de las mujeres en sí mismas, lo que les hace creer menos en sus capacidades. En una encuesta a emprendedores en Ghana, las mujeres decían confiar un 14% menos en sus habilidades que los hombres.
Financiación: Las mujeres suelen tener menos activos, lo que les dificulta en su intento de obtener créditos sustanciales que les permita crecer.
Conexiones: Los vínculos sociales de las mujeres son más reducidos que los hombres y priman a otras mujeres con bajos recursos, lo que reduce su alcance a potenciales clientes.
Recursos: Las mujeres tienen menos acceso individual a activos familiares y son más dadas a compartirlos, bien sea por presión social o preferencia. Esto reduce las inversiones potenciales en sus negocios en favor de aquellos liderados por los hombres.
Tiempo: En general, las mujeres dedican muchas más horas al cuidado familiar y las tareas del hogar y eso hace que en promedio los hombres dediquen un 10% más de tiempo semanal a sus negocios que las mujeres emprendedoras. En países como Uganda, Togo y Malaui las mujeres duplican las horas dedicadas al hogar en comparación con los hombres.
Todos estos factores ayudan a entender por qué aunque haya más mujeres emprendedoras acaben teniendo menos ingresos y posibilidades de escalar sus negocios. Aún así, hay tres países que destacan sobre el resto en el continente. Sudáfrica, Botsuana y Ghana son los únicos que superan un 6 sobre 10 en la nota del Índice de Emprendedoras 2020 de Mastercard, que aunque solo cubre nueve países da una imagen del estado en África. Los países menos valorados son los del norte: Túnez, Egipto y Argelia, mientras que países como Uganda, Nigeria y Angola tienen un aprobado raspado. Todavía queda mucho por hacer para que las emprendedoras despeguen en África.
Esta es una pieza en colaboración con la oenegé The South Face.