La sombra del baobab: un documental que habla de la importancia de los grupos de mujeres en la lucha contra la violencia de género en las zonas rurales de Tanzania
🇹🇿 Martha, Sofina y Helena viven en un poblado en la región del Kilimanjaro, y durante años han sido víctima de la parte más oscura de las tradiciones de sus pueblos. Estas son sus historias.

“Me duele el cuerpo, Pablo” me dijo Martha un día con su gran sonrisa teatral. Cuando le pregunte por qué, dio un respingo infantil, arqueó las cejas y rompió a reír. La risa de los tanzanos tiene un lado extraño difícil de digerir. A veces es una tirita encima de una herida a la que le cuesta cicatrizar. Martha domina esa risa a la perfección. Antes de pasar a formar parte del grupo de mujeres ‘Kazi na Sala’ (trabajo y oración en swahili) su vida se limitaba a estar encerrada en casa junto con las otras mujeres de su marido, cocinando para su familia y cuidando del ganado. Las escasas salidas que tenía permitidas eran para ir a buscar madera, agua o llevar a sus hijos al colegio.

La cultura masái es una amalgama de luces y sombras. Es uno de los pueblos más tradicionales del país, sus costumbres atraen todos los años a millones de turistas deseosos de hacerse unas fotos con esos hombres y mujeres ataviados con shukas a cuadros que tantas veces han visto en los documentales a la hora de la siesta. Cuando el coche de safari se detiene a las puertas de parques nacionales como Serengueti o Ngorongoro, un grupo de masáis comienza a bailar a uno de los lados de la carretera, saltando hacia el cielo y blandiendo en el aire sus finos bastones de madera. Entonces la ventanilla se abre y los turistas vacían el cargador de sus smartphones. “Bailando con los masáis”, reza el título del post en Instagram.

Abrazar las tradiciones y rechazar la modernidad es un concepto en ocasiones romántico que ha llevado a pueblos como los masái o los chagga, entre otros muchos, a conservar su identidad en un mundo cada vez más homogéneo. Pero también es la razón por la cual Helena, entre moretones y llagas, cerraba el pestillo del baño con el corazón en un puño o por la que Martha se llevaba día tras día la peor parte del alcoholismo de su marido ante la pasividad del gobierno y de su propia familia o Sofina enfrentaba la brutalidad de su pareja después de haber tenido que enterrar a seis de sus hijos.

Documentar estas historias, lidiando con ese tira y afloja entre tradición y modernidad, entre imposición y concienciación, fue uno de los principales retos a los que enfrentó el documentalista Miguel SR durante el rodaje de “La sombra del baobab”. “Tanzania en general, y estas historias en particular me enseñaron mucho sobre este hándicap del salvador blanco. Aprendí lo que significa mirar una cultura sin juzgarla y sin interpretar en ese juicio que necesita ser ayudada, que necesita ser cambiada, siguiendo los patrones que tú tienes establecidos en tu cultura. Aunque tampoco quiero decir que estos países no necesiten de recursos con los que nosotros podemos contar, como un salario digno o un sistema sanitario bien dotado. El gran desarrollo de Europa se ha dado por lo mucho que hemos condicionado a otros continentes, África en particular”, comenta el documentalista.

Martha entró a formar parte de ‘Kazi na Sala’ en 2013 y los principios no fueron fáciles. Su marido la obligaba a quedarse en casa con la excusa de que tenía mucho trabajo que hacer para que no pudiera asistir a las reuniones del grupo. “Tenía que esforzarme mucho para terminar todo mi trabajo en la casa y con el ganado para sacar tiempo y poder juntarme con las mamas de ‘Kazi na Sala’”, confiesa Martha.
Con el tiempo su marido fue cambiando de idea y empezó a ver los beneficios de estar casado con una mujer empoderada. “Pasados unos meses empecé a hacer algo de dinero con el negocio de la bisutería masái. Empecé a comprar material escolar para mis hijos, me empecé a comprar ropa que me gustaba y la cosa cambió. Ahora, de vez en cuando, hasta le doy algo de dinero a mi marido y le digo ‘toma, anda. Para que te compres un refresco’. De hecho, si algún día no voy a las reuniones del grupo, ahora es él el que me lo echa en cara”, recuerda entre carcajadas. Pero ahora, con una risa diferente, la herida ya ha cicatrizado y se ha convertido en un recuerdo de todo lo que ha conseguido.

El reto de la comunicación fue una constante para Miguel SR durante todo el proceso de producción del documental: la barrera del idioma y la profundidad y dureza de los temas tratados no se lo pusieron fácil. En menos de diez sesiones de entrevistas, el videógrafo consiguió que las tres protagonistas de la historia le mostraran, desde la naturalidad y la confianza, ese rincón de sus vidas al que rara vez le da luz. “Para mí es un proceso orgánico: tengo curiosidad por una cultura, por la forma de vida de otras personas e intento estar lo más cerca posible y que ese vínculo se desarrolle. Si no, no se me pasa por la cabeza sentarme con ellas en las entrevistas, de hecho, las suelo dejar siempre para el final de los rodajes cuando ya entiendo que se ha desarrollado un poco el vínculo entre nosotros. Entonces ellas se sienten mucho más cómodas y nuestras conversaciones son más cercanas. Es así como lo veo: una muestra de respeto hacia su historia y hacia ellas”, revela el autor de “La sombra del baobab”.
Otro de los conceptos clave en torno a los que gira la obra es el grupo mujeres como estructura social de apoyo entre sus miembros y fuente de oportunidades. La antropóloga francesa y fundadora de la ONG TATU Project, Albane Gaudissart, destaca la labor de agrupaciones como ‘Kazi na Sala’ a la hora de empoderar mujeres locales y defiende el papel de África en la promoción de este tipo de comunidades: “Si bien es cierto que la violencia de género es un problema global, cada región tiene su manera de abordarla de acuerdo, y a veces al contrario, de sus costumbres, tradiciones y sociedad. Ideas y redes de solidaridad comunitaria, como los colectivos de mujeres con quien trabajamos en Tanzania, demuestran una gran eficacia a la hora de brindar apoyo a las mujeres, ya que conocen como nadie sus desafíos, riesgos y necesidades. Esto constituye un claro ejemplo de que el viejo paradigma de 'el Norte ayuda al Sur' ya no lo explica todo: África tiene mucho que decir y aportar al respecto”.

“Amor”. Esa fue la palabra que las tres protagonistas de la historia mencionaron cuando se les preguntó por ‘Kazi na Sala’. Que en sociedades tan patriarcales pueda existir un organismo que ofrezca soporte a las mujeres, que fomente su independencia y las proteja ante injusticias, y todo esto lo haga respetando el ecosistema social y las creencias de los pueblos eran razones suficientes para llevar esta historia a las pantallas. A Martha le faltaban los adjetivos a la hora de describir lo que para ella significaba el grupo: “es increíble cómo te abre la mente y te conecta con diferentes mujeres. Es un punto de conexión de vivencias y experiencias. Es un espacio donde poder abrirte y en el que todas nos ayudamos las unas a alas otras. Invitaría a todas mujeres a venir a ‘Kazi na Sala’, pero si no están cerca las animaría a que encontraran grupos de mujeres en sus países”.

“Martha es dicharachera y le encanta hacer bromas, Helena es profesional y perfeccionista con su trabajo. Sofina es buena y dulce, un cacho de pan”, señala el director de “La sombra del baobab” cuando es preguntado por las protagonistas de la historia. Una historia delicada y sensible, de escuchar y de contar. Un proceso difícil, plagado de diferencias culturales y brechas lingüísticas: miedo a hablar, falta de confianza o temor a ser juzgadas por el resto de la comunidad. “La sombra del Baobab” es un milagro.
“La sombra del Baobab” es una pieza producida por el documentalista Miguel SR en colaboración con la ONG española TATU Project. Narra la historia de tres mujeres cualquiera de un pequeño pueblecito del norte de Tanzania. Martha, Sofina y Helena son la personificación de millones de mujeres que a día de hoy viven situaciones similares en todo el continente africano. Sus casos no son aislados. Las vidas de estas mujeres son duras, como lo son los callos de sus manos, los músculos de sus espaldas o su fuerza de voluntad. Sus historias tienen un demandador común, hilo conductor del documental: la importancia del papel empoderado que juegan los grupos de mujeres en las comunidades rurales tanzanas. El documental se estrenó el pasado 9 de marzo en el canal de YouTube de Miguel Serrano (Miguel SR) y está disponible en la plataforma de manera gratuita con subtítulos en inglés y en castellano.