La bicicleta, cadena de desarrollo rural
Hace poco más de un año, el periodista José Ignacio Martínez Rodríguez se propuso acompañar a las hermanas Zamda y Um Nchira una mañana cualquiera en su camino a clase. Contaba en El País Planeta Futuro cómo las niñas, que viven en un pueblo de la zona central de Tanzania, tienen que caminar 10 kilómetros cada día para ir y otros 10 para volver, despertándose a las 04:30 para caminar entre la oscuridad e incluso cruzar un río. Martínez explicaba que más allá del cansancio físico por el esfuerzo, las niñas tenían también que superar el miedo a ser agredidas: un 30% de ellas lo eran en su país antes de cumplir la mayoría de edad. El caso de estas dos niñas no es único ni se circunscribe a Tanzania. Su historia es recurrente entre otras niñas en zonas rurales de países africanos. Andar solas y largos caminos para poder estudiar es una mayor que poco a poco se intenta reducir. Una fórmula en auge es cambiar las dos piernas por las dos ruedas. [ihc-hide-content ihc_mb_type="show" ihc_mb_who="4,5,6" ihc_mb_template="3" ] En Malaui, Aleni tenía que recorrer los más de seis kilómetros a pie al colegio y volver cada día, tardando tres horas. Ahora, utiliza una bicicleta donada por World Bicycle Relief. La oenegé trabaja desde 2005 dando bicicletas a personas en zonas rurales para mejorar la educación, el acceso a la salud y las condiciones de trabajo. Desde 2005 han dado 605.000 bicicletas en países como Kenia, Malaui, Uganda, Zambia y Zimbabue. El 70% de las que las recibe, son mujeres. Beneficios a todos los niveles Los beneficios de tener una bicicleta son transversales. Para las más jóvenes como Aleni, tenerla ahorra en un tercio de media el tiempo en ir al colegio, lo que un estudio científico publicado por Innovations for Poverty Action ha demostrado que reduce en un 28% el absentismo y en un 19% el abandono escolar prematuro. Los efectos en la salud son también positivos. En zonas rurales no es raro disponer de un centro médico a más de 10 kilómetros de tu hogar, por lo que a falta de infraestructuras, las bicicletas acortan el tiempo y permiten a más médicos visitar a pacientes en sus aldeas. En la Zambia rural, las consultas se multiplicaron por cuatro en aquellos que disponían de bicicletas, mientras que en Kenia se incrementaron hasta en un 80%. Esto tiene efectos positivos también en tratamientos continuos: poder pedalear al médico redujo en un 90% en Uganda el abandono de la medicación a largo plazo. Las dos ruedas pueden ayudar a estar mejor preparados para el futuro, pero también a mejorar el presente. La reducción de tiempo en ir a trabajar el campo y el ahorro de calorías reducen el cansancio, aumentando la productividad. En Zambia, los granjeros incrementaron sus ingresos hasta un 23% al vender más leche y en Uganda aumentaron en más de un tercio sus ganancias al ir en bicicleta. Los derechos de las mujeres se protegen con cadenas Las bicicletas tienen un efecto positivo en toda la sociedad, pero sobre todo en avanzar en los derechos de ellas. Los estudios en Zambia mostraron que las niñas que iban al colegio en bicicleta sufrían un 22% menos de acoso sexual. Eso les hacía sentirse más seguras, empoderadas y sacar mejores notas. Además, en Kenia aquellas emprendedoras incrementaron el valor de sus negocios hasta en un 50% con respecto a aquellas que no tenían bicicleta. Acortar tiempos, llevar mayores cargas y reducir el cansancio mejoraban las perspectivas de negocio. La bicicleta es un pequeño paso en un mundo difícil para las mujeres en zonas rurales de África para sentirse más libres, más seguras y más justas. Pedalear acelera la igualdad.
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