Eswatini, el vetusto reinado africano en llamas
Eswatini es un país con la mitad de superficie que Cataluña, incrustado en zonas montañosas entre Sudáfrica y Mozambique y con cerca de millón y medio de habitantes. Eswatini habitualmente pasa tan desapercibido que muchos no saben ni que se llama así ahora. Hasta hace tres años el país era Suazilandia, pero el rey Mswati III decidió cambiarle el nombre en sus palabras para olvidar el nombre colonial, pero también harto de que confundieran su país con Suiza –Swaziland y Switzerland son fácilmente confundibles en inglés–.
Sin embargo, ambos países tienen solo parecido en el nombre. Eswatini es la última monarquía absolutista de África subsahariana. Allí controla todo el poder político y económico el rey Mswati III, que lleva gobernando desde que cumplió 18 años en 1986. Sus derroches y caprichos son constantes en un país donde casi un 60% de la población vive por debajo de la pobreza. Uno de los más sonados fue la compra de un avión Airbus con capacidad para 227 personas por su 50 cumpleaños, así como el regalo de un Rolls Royce a cada una de sus 15 mujeres y la compra de 80 BMWs para sus 23 hijos y allegados.
Tantos años aguantando tanto derroche han acabado con la paciencia de la población. Eswatini ha saltado a las noticias esta semana tras los rumores de que Mswati III había huido del país por las protestas por la democracia. El gobierno negó tal huida y comenzó la represión que ha provocado al menos la muerte de 20 personas. Pocas imágenes han llegado tras la suspensión de internet. La Comunidad de Desarrollo de África Austral ha enviado a unos ministros para mediar en la situación ante el temor de que continúe la inestabilidad, con Sudáfrica especialmente preocupada por la posibilidad de recibir a miles de personas que crucen la frontera. De momento las protestas siguen, pero el reinado impune de Mswati III se tambalea.