Empieza la guerra, ¿se van los médicos?
Gráfico publicado en colaboración con la Fundación Anesvad
Una guerra destroza servicios y hace que haya que volver a reconstruir, a veces de cero. Sin embargo, hay veces que ayudan a reforzar sistemas precarios. Vamos a detallar el efecto en la salud de tres países con conflictos distintos: Mali, Sudán y Nigeria. Lo haremos analizando un dato básico que habla del capital humano: los médicos por cada mil habitantes.
El 17 de enero de 2012 estalló el levantamiento del Movimiento Nacional para la Liberación del Azawad(MNLA). Compuesto por varios grupos de tuareg contra el Gobierno de Mali, reclaman la independencia de la región norteña. Desde entonces, uno de los países más grandes del Sahel ha experimentado un incremento en la violencia e inestabilidad política.
Al golpe de Estado militar sufrido en marzo de ese mismo año se le han sumado los de 2020 y 2021 auspiciados por la incapacidad de contener a los grupos yihadistas surgidos a raíz de la inestabilidad en el país. La situación se ha agravado en los últimos dos años y los desplazados internos se han cuadruplicado hasta los 401.000, con 6,2 millones de malienses en necesidad de ayuda humanitaria. Los conflictos, sean armados, políticos, sociales, étnicos o religiosos, condicionan directamente la calidad de vida de sus ciudadanos. Desde el acceso a la educación, pasando por la seguridad alimentaria o los desplazamientos forzosos hasta la capacidad sanitaria.
Los efectos en la sanidad
En Mali, la guerra ha cerrado hospitales pero ha ayudado a reforzar con médicos los existentes.En total, 21 hospitales no están operativos y 82 no funcionan a pleno rendimiento por la violencia y afecta especialmente al norte, con personas con un hospital hasta a 300 kilómetros de distancia.
A pesar de ello, tras el inicio de los episodios violentos en 2012, el país contrató a más médicos. Según datos de Naciones Unidas, el personal sanitario ha aumentado tres puntos porcentuales hasta situarse en los 0.13 médicos por cada mil habitantes en 2018. Mali es el país con menos médicos de los tres, pero aún así es el único que desde el comienzo del conflicto ha ido incrementando sin sufrir grandes altibajos. Tanto Sudán como Nigeria han visto reducido su personal sanitario. En Sudán, el genocidio de Darfur de 2003 causó la muerte de 300.000 personas y ha tenido graves efectos conforme el conflicto se ha mantenido a lo largo de los años. A lo largo del país al principio aumentaron, pero al recrudecerse el conflicto acabaron marchando. De 2006 a 2014 se redujeron casi a la mitad, pasando de 0.35 a 0.19 médicos por cada mil habitantes. La situación desde entonces ha mejorado, pero no en la región de Darfur. A día de hoy, 3.4 millones de personas allí están sin cobertura sanitaria básica, mientras que un tercio de las instalaciones sanitarias son provisionales y sufren la mayor presión poblacional del país, con casi 2.000 visitas al mes en la provincia de Darfur Central. Por último, Nigeria sufre en la cara norte del país la insurgencia del grupo yihadista Boko Haram, especializada en ataques y raptos de niños que luego convierte en soldados. Muchos de sus atentados han ido dirigidos a los centros de salud: en los ocho años de actividad 2017 Boko Haram quemó 788 hospitales y asesinó a 48 médicos, hiriendo a 250 más. La región de Borno entonces ya había perdido un 40% de sus servicios sanitarios y un 35% de sus doctores.
Su efecto en el personal médico es el más evidente de los tres: el país contaba con 0,38 médicos por cada mil habitantes en 2009 y un año después pasaron a ser 0,18. El éxodo de doctores fue evidente y para 2015 el 86% de los estudiantes de medicina acabaron emigrando a trabajar en Estados Unidos. Aún así, el país ha conseguido recuperarse y volver a los niveles previos a la insurgencia gracias al incremento demográfico.
Desde 2004 y hasta 2018, los tres países analizados han aumentado el personal sanitario del país. Aun así, siguen siendo unas condiciones miserables y lejos de compararse con la de otros países del mundo e incluso del continente. Libia es el país con el dato más alto: en 2017 habían 2.09 médicos por mil personas, mientras que Chad, ese mismo año, sólo registró 0.04 médicos. La OMS recomienda para tener un buen sistema sanitaria contar con 2,6 médicos por cada mil habitantes.Si comparamos los datos con países fuera de África, la diferencia es sangrante. En España, la sanidad pública blinda con cuatro médicos por cada mil personas, en Portugal y en Austria la cifra asciende hasta los cinco, y en Georgia se dispara hasta los siete médicos. Unos datos que revelan un problema estructural: a pesar de que la guerra no afecte directamente al derecho a la salud, sí que percibimos un estancamiento en la asistencia, en las infraestructuras, en el personal y en el acceso a un sistema de salud digno e igualitario.