El Salto: un buen relato personal de la migración con voces africanas en el centro que se queda corto
El filme trata bien el racismo con los controles policiales, las injustas deportaciones, la dificultad para regularizar y el salto a la valla, pero falta información, contexto e interpretación.
Director: Benito Zambrano
Productora: Cine365 Films; Castelao Pictures; Virtual Contenidos; Noodles Production
Género: Drama social, Thriller
Clasificación: +12
Duración: 90 minutos
País: España, Marruecos
Fecha de lanzamiento: 2024
Cuando vi que en el cine se estrenaba una película que narraba la dificultad de la migración africana a España y del salto a la valla de Melilla pensé: tengo que verla. Tenía curiosidad por ver cómo una película española enfrentaba un tema tan candente para la sociedad. He de admitir que iba con algunos prejuicios: no esperaba más que lugares comunes y frases forzadas dirigidas a un público español para concienciar sobre la problemática de la inmigración irregular.
Algunos conocidos del mundo del periodismo africanista habían recomendado la película y las reseñas que había leído online me quitaron esa ilusión inicial, lo que reafirmaba esos prejuicios. Por eso creo que salí del cine mucho más contento de lo que esperaba.
Y sí, de entrada El Salto cumplió con mis prejuicios: lugares comunes en el relato, demasiado enfocado a un público español con frases llanas y buenismos para contentar a quienes ya saben que es un drama. Pero no me quedé con eso: la película es sobre todo eficaz para aquellos que no conocen la inmigración en primera mano y que sí se pueden sentir conmovidos por un relato humano lejano que les aparece en primer plano de un sopetón.
La película cuenta de manera eficaz ese racismo institucional que lleva a la policía a parar a una persona por ser negra, esa injusticia de deportar a alguien que trabaja y no hace daño solo por no tener papeles y esa suma dificultad en ser legal en un país que te necesita pero no te quiere ver en el espacio público.
El momento más conmovedor de la película es sin duda las escenas finales preparando y ejecutando El Salto. El director explica bien las diferentes vallas –no hay una sino cuatro–, a qué lado de la frontera pertenecen y el tiempo que se tiene para saltar. La adrenalina cuando se hace sí es eficaz, haciéndote adentrarte en su piel. Personas que en su casa viendo las noticias criticarían el salto a la valla se ven animando al protagonista para que lo consigan.
A ello se suman detalles que son sutiles pero quedan bien, sin incidir en ellos directamente: desde dejar caer que el primo de la mujer de Ibrahim reciba el asilo por ser de la comunidad LGBTQ+ hasta la ayuda de las religiosas en Marruecos, una caridad cristiana real y que muestra compromiso.
Hasta ahí es buena la película y de ahí el buen sabor de boca, reproduciendo con similitud lo que ocurre. Ahora, muchos fallos deslucen el filme.
Primero de base: en ningún momento te explican porque los personajes principales, pareja, hablan en español cuando no es el idioma materno ni colonial de ninguno. En la sinopsis te explica que Ibrahim, el protagonista, llega a España de Guinea Conakry, pero luego en la película dice que llegó a Cádiz. Quien sepa un poco de geografía y rutas migratorias sabe que no van por ahí. En ese caso uno piensa que es su país, pero en el filme dice ser de Mali. Su novia, en cambio, chapurrea en inglés, pero no se especifica de dónde es, cómo llegó ni nada por el estilo.
Además, la interpretación a veces es difícil de entender. Al personaje de Ibrahim lo interpreta Moussa Sylla, un hombre francés, lo que hace que suene bien hablando español, pero el forzado acento africano de su mujer, la ecuatoguineana Nansi Nsue que se mudó de muy pequeña a Alicante, queda estridente y desluce la película.
Por último, falta sobre todo contexto. En la película se salta de la escena de Ibrahim yendo al avión a ser deportado a cuatro meses después saliendo de una camioneta ya de vuelta en su viaje a Marruecos. Todo el viaje migratorio se salta, incluido todo el desierto. Se puede entender que no sea el objetivo y que bien sea por guión, por presupuesto o por ambos se evite, pero queda raro ese salto temporal sin una explicación. Además, pasar por encima el tema de las mafias de la inmigración con tantos lugares comunes sin incidir en nada más que el dinero y un personaje de verdugo simplón no ayuda.
Recomiendo la película para que gente española sin vínculos a África o personas inmigrantes puedan conocer la realidad y empatizar, algo tan necesario en España. Ahora, no esperes ver un filme espectacular ni una interpretación que vaya a ganar el Goya. Si puedes esperar a verla en casa cuando la pongan en plataformas un domingo por la tarde no pasa nada.