Un país de jóvenes liderado por la vejez
Mohamed Bazoum fue reelegido en febrero de 2021 como presidente de Níger. El exministro de Interior lidera a sus 62 años el país más joven del mundo. Allí, el 60% de la población tiene menos de 20 años de edad, seguido por Mali, Chad y Angola. La diferencia de edad media entre gobernantes y ciudadanos en África es de 45 años y eso se traslada a servir a la juventud: en Egipto, Ghana, Marruecos, Nigeria y Sudáfrica el 75% de los jóvenes creen que sus gobiernos no cuidan sus necesidades. La tendencia de líderes longevos anclados en el poder continúa en crecimiento y toman la batuta sobre los movimientos juveniles envueltos en retos, esperanzas y oportunidades difusas. África tiene la población más jóven del mundo. El 70% de la región subsahariana tiene menos de 30 años y en 2020 la edad media del continente se situaba en los 19,7 años de edad, según la ONU. Las previsiones de futuro no son menos. Para el año 2050, la población joven podría duplicarse hasta los 830 millones de personas. Los jóvenes no son sólo el futuro, sino ya el presente. El desempleo y el trabajo informal, su principal retroceso Alrededor de 16 millones de jóvenes africanos están en situación de desempleo, lo que supone un tercio sobre el total de jóvenes en el continente. El 40% de los jóvenes asegura que su situación actual es mala en consecuencia de los índices de desempleo. A pesar de que 11 millones accedan al mercado laboral de forma anual, la realidad es otra: África genera únicamente 3,7 millones de puestos de trabajo al año, lo cual refleja que los índices de trabajos informales están disparados. En África Subsahariana, el 89% del total de puestos de trabajo son informales. La ausencia de un trabajo digno está directamente vinculado a la falta de educación. En Túnez, el 67% de los jóvenes ocupados tienen un nivel avanzado educativo, mientras que en Mozambique la cifra baja hasta el 30% e incluso en Etiopía es inferior al 20%, según la Fundación Mo Ibrahim. A pesar de los esfuerzos en escolarización primaria y secundaria, la educación universitaria tan solo llega al 9,8% de los africanos. Las dificultades para acceder al mercado laboral provoca que el trabajo en el campo y la agricultura se convierta en uno de los principales salvoconductos, y se espera que sea el sector que más jóvenes absorba. En 2020, el 52% de la población subsahariana se dedicaba al campo, pero este solo producía el 14% del PIB de la región, por lo que la baja productividad del sector induce en bajos ingresos y cronifica la pobreza. La violencia también es otra de las vías de escape para los jóvenes con problemas laborales. En 2017, el 53% de los miembros de grupos extremistas en África tenían entre 17 y 26 años. La falta de oportunidades, el hambre y el auxilio familiar lleva a millones de niños a alistarse en grupos radicales e insurgentes. Una fuga de cerebros descontrolada Sin soluciones a futuro y un panorama político, económico y social desolador, miles de jóvenes cualificados deciden emprender y labrar su futuro fuera de casa. Si miramos fuera de África, uno de cada diez médicos trabajando en el Reino Unido son africanos y en 2015, el 86% de los estudiantes de medicina formados en Egipto, Ghana, Nigeria y Sudáfrica estaban trabajando en Estados Unidos. Antes de salir al mercado laboral, muchos de ellos deciden empezar a estudiar fuera de África y no vuelven. Solamente el 22% de los estudiantes africanos que estudian en el extranjero eligen un país dentro del continente. Por el contrario, China, Estados Unidos y Reino Unido ocupan los cuatro primeros puestos preferidos para los estudiantes universitarios en África. La falta de ofertas acordes a su nivel en el mercado laboral hace que la tasa de retorno de personal cualificado sea baja y recrudezca la falta de valor añadido en África. Un problema que si no se solventa, hará que el talento juvenil salga del continente y reduzca el progreso del continente. Esta es una pieza en colaboración con la oenegé The South Face.