Ser mujer, esposa y madre en Kenia: un camino por recorrer
Kenia sigue ocupando uno de los peores puestos en los índices de desigualdad de género en el este de África. Lo recorremos con la oenegé The South Face.
Hace cinco años, en Kenia, la desigualdad de género estaba estancada. A pesar de seguir las líneas de una Constitución progresista, la práctica era incoherente. Las leyes y los programas que promovían la igualdad entre hombres y mujeres carecía de financiación suficiente. Mujeres, esposas, madres y niñas se enfrentaban a una representación política desigual, a prácticas tradicionales nocivas y a una protección jurídica escasa.
En 2021, durante el Foro de la Generación por la Igualdad en París, el gobierno keniano asumió un compromiso histórico con las mujeres y las niñas, un compromiso impulsado por la sociedad civil y una coalición de activistas kenianos. El presidente Uhuru Kenyatta anunció una docena de medidas para poner fin a todas las formas de violencia de género, sobre las que desembolsó hasta 23 millones de dólares. La desigualdad dejó de ser un tema estanco.
Aun así, Kenia sigue ocupando uno de los peores puestos en los índices de desigualdad de género en el este de África, con un 0.711 según el indicador GII de Naciones Unidas. Uganda por su parte desciende hasta el 0.660 y Tanzania hasta el 0.657. Si miramos a la escala internacional, los tres países están por encima de la media mundial, que se sitúa en el 0.581.
La discriminación hecha raíces en Kenia
A fecha de 2021, alrededor de 27.66 millones de mujeres viven en Kenia, 300 mil más en comparación con el número de hombres. Unos años atrás, el 74,4% de las mujeres en edad reproductiva vieron satisfechas sus necesidades familiares. Aun así, todavía queda mucho por hacer. Siguiendo los indicadores de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas, la situación de la mujer solamente se adecua en un 66,7%. El 22,9% de las mujeres entre 20 y 24 años se casaron o vivían en pareja antes de cumplir los 18 años, lo que ha llevado a que la tasa de natalidad adolescente roce el 100% cada 1.000 mujeres entre los 15 y los 19 años en 2014. El matrimonio forzoso, junto a otras prácticas como la mutilación genital femenina, son prácticas interrelacionadas en Kenia. Alrededor de 4 millones de niñas y mujeres han sufrido la ablación, un ritual de tradición cultural donde la niña se convierte en mujer y por lo tanto, está preparada para el casamiento con un hombre.
Las niñas sucumben a la práctica por dos motivos y formas: obligadas por los padres siguiendo la tradición familiar o por motu propio sucumbidas por la presión social. La tendencia discriminatoria continúa cuando las niñas se convierten en adultas. En 2018, el 22,8% de las mujeres de entre 15 y 49 años declararon haber sido objeto de violencia física y/o sexual por parte de su pareja actual o anterior, según datos de Naciones Unidas. Si salimos de los hogares, la desigualdad se replica en las altas instituciones y los órganos políticos. En febrero de 2021, solo el 21,6% de los escaños parlamentarios estaban ocupados por mujeres. Aun así, las elecciones presidenciales de 2022 fueron una excepción. Por primera vez en la historia se presentaron tres mujeres candidatas a vicepresidenta y, a pesar de que Martha Karua era la única con opciones reales, su sueño cayó en la frustración. Abogada, exministra de Justicia y miembro de la coalición Aspiración a la Unidad del candidato Raila Odinga, Karua fue clave para atraer el voto de la mujer keniana como parte de la etnia mayoritaria Kikuyu de la que proviene.
El botón para la transformación social: la educación
A pesar de que la educación primaria es gratuita en Kenia, muchas niñas están atadas a las responsabilidades familiares y el cuidado del hogar. El 75% de las niñas asistieron a la escuela primaria entre 2008 y 2012, sin embargo, solo el 41,6% continuaron con sus estudios de secundaria. La organización The South Face cumple 13 años de labor social por y para la educación de las niñas y mujeres en Kenia. El desarrollo económico está sustentado por un eficiente sistema de producción y que en Kenia está mermado por la falta de generaciones cualificadas.
A través de su Scholarship Program, la organización financia becas a las estudiantes para que puedan desarrollar sus capacidades y convertirse así en agentes productivos para sus comunidades locales y para el país. El programa está centrado en la financiación de la matrícula universitaria y el alojamiento en una residencia próxima al centro educativo. Actualmente, The South Face colabora con la Universidad de Nairobi y la Universidad Kenyatta en Kenia y en la Universidad de Mogadiscio en Somalia.
Esta es una pieza en colaboración con la oenegé The South Face.