El cine senegalés toma las riendas
🇸🇳📽️ La película Banel y Adama fue la única película subsahariana nominada en 2023 en el Festival de Cannes y ha puesto de relieve el avance del cine senegalés en el continente.
Banel y Adama se aman, se aman tanto que la vida no les corresponde. El amor es universal, un sentimiento en el que nos vemos reconocidos en películas, partes de nuestras vidas que aparecen como un reflejo fugaz de momentos que han dejado huella, para bien o para mal.
Ramata-Toulaye Sy tenía claro como directora que quería hablar de algo que tanto tú como yo nos viéramos reflejados. “Quería escribir una gran historia de amor trágica; una historia en la que todos pudieran reconocerse”, dice. Pero no quería que fuese un lugar abstracto, un amor que podría ocurrir en cualquier lugar, quería ponerlo en el mapa con la intención de palpar cómo el contexto afecta al amor y la vida. “Quería que tuviera lugar en Senegal, el país de donde son mis padres. Lo vi como un gesto político”.
Estas palabras las dijo al Festival de Cannes el año pasado, donde Banel y Adama compitió por la Palma de Oro. Era la única película subsahariana en la categoría principal y lo hacía con su primer largometraje.
Ramata-Toulaye Sy es la última cara sonriente de un cine senegalés que se abre a las pantallas del mundo impulsado por el poder de las plataformas digitales pero que busca sobre todo reivindicar un estilo propio y llegar a su gente. Banel y Adama hablan en fula en la película. “El lenguaje es muy importante para transmitir el mensaje de la película, para compartir estas inquietudes con el público, un público local del cual la película es el primer destinatario incluso antes que el universal”, dice Fatou Kiné Sene. Periodista cultural y crítica cineasta, Sene ha sido presidenta durante los últimos ocho años de la Federación Africana de la Crítica Cinematográfica hasta que lo dejó en 2023.
Ella estará en Madrid mañana martes 4 de junio en un coloquio tras la proyección de la película Banel y Adama que da el pistoletazo de salida al ciclo Ellas son Cine de la Fundación Mujeres por África.
Antes que Ramata-Toulaye Sy han venido muchas otras en un cine senegalés que ha sido pionero en África, pero ha tardado en profesionalizarse y abrir el espacio a las mujeres para dirigir.
Un cine pionero en África
En 1955, un hombre negro aparecía en pantalla a orillas del Sena. Detrás de las cámaras, tres directores senegaleses. “El cine senegalés es pionero en el África subsahariana”, dice Sene. Afrique-Sur-Seine fue el comienzo del cine africano moderno y ocho años más tarde la primera película rodada en suelo africano fue en Dakar, Borom Sarret. A los mandos, Ousmane Sembène, el considerado el padre del cine africano.
Senegal ha sido vital para el desarrollo del cine africano y ha liderado el reconocimiento a nivel continental como país cofundador del Festival Panafricano de Cine y Televisión de Uagadugú (FESPACO). El apoyo al sector de la cultura siempre ha sido importante desde que el primer presidente de la República fuese un poeta, Léopold Sédar Senghor, quien creó la Bienal de Arte Africano Contemporáneo de Dakar, el mayor evento de artes visuales de Senegal.
En esa historia, sin embargo, las mujeres no tuvieron protagonismo. Hasta hace poco, Senegal solo había tenido una directora: Safa Faye. Ella se estrenó en 1972 con su corto La Passant, y tuvieron que pasar más de dos décadas para ver a mujeres liderar detrás de las cámaras. “No había escuela de cine en Senegal y las que aprendíamos de cine lo hacíamos en el extranjero”, explica la crítica.
No fue hasta la década de 1990 que comenzó el Media Center donde se formaba a cineastas y productores. A partir de ahí comenzaron a salir más nombres como Angèle Diabang, Fatou Jupiter Touré, Aicha Thiam, Khardidiatou Pouye, Khady Sylla, Fatou Kandé Senghor o Marie Ka. Hoy en día han surgido una oleada de cineastas jóvenes como Khardidiatou Sow o la mencionada Ramata-Toulaye Sy. “Sy tiene un estilo innovador. Sus películas, muy arraigadas en su cultura, tienen una mirada universal sobre temas que conciernen a todos, en particular los temas del amor, las relaciones, el cuestionamiento de nuestras tradiciones y costumbres, el calentamiento global, etc.”, opina Sene. “Hoy en día hay una oleada de mujeres que se interesan por el cine y por todas las profesiones del sector”, asegura. Sin embargo, ella tiene claro que aún les falta dar un paso para llegar al nivel de quienes les precedieron. “Esta generación aún no ha alcanzado el nivel de los pioneros”.
Reapropiarse del discurso
La financiación de la cooperación francesa y los vínculos con la antigua metrópoli han afectado al desarrollo del sector, pero el cine senegalés siempre se ha vanagloriado de intentar mostrar las realidades locales en idiomas que la gente entendiera. “La reapropiación de nuestras culturas siempre ha estado en el centro del cine senegalés desde los pioneros hasta hoy. El Mandato (1965) de Sembene Ousmane se llevó a cabo en wolof y todos los demás que siguieron a Ceddo, Emitai, Molaade, Faat Kiné , etc. Las películas de Paulin Soumanou Vieyra lo mismo”, dice Sene.
La periodista cultural considera que en una película uno debe centrarse en un entorno local que luego sirva para contar realices que afectan a todos. “Todo cineasta africano debe tener primero una perspectiva local antes de pensar en lo universal y que cada hecho local puede ser en sí mismo un tema universal”, afirma. “El mundo es una aldea planetaria”.
Desde el principio, el cine senegalés ha tenido esa repercusión internacional, pero hace unos años dio un salto cualitativo que permitió profesionalizar y expandir el sector. En 2013, por primera vez una película senegalesa se alzó con el Étalon d'or de Yennenga, el premio a la mejor película en el FESPACO por el filme Tey, de Alain Gomis. Tras ello, el expresidente Macky Sall financió con mil millones de francos CFA el Fondo de Fomento de la Industria Cinematográfica y Audiovisual (FOPICA), que durante su primer año de funcionamiento se dedicó exclusivamente a la producción. De ahí salieron películas como Atlantique de Mati Diop, Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes en 2019.
El apoyo estatal ha dado el impulso y ahora el nuevo gobierno se ha comprometido a seguir financiándolo. Con el tiempo, las narrativas cambian y Senegal no es ajeno a ello. “Este cambio institucional puede inspirar nuevas narrativas con esta esperanza despertada. Quizás los cineastas también puedan captar la evolución futura de la sociedad senegalesa, especialmente con la llegada del petróleo y el gas, que espero transformen la experiencia de nuestros conciudadanos,” augura Sene. Lo bueno es que la salud del pionero cine senegalés sigue en auge, y cada vez con más mujeres al mando.