El abono humano para flores que nacen de la falta de baños en Kibera
💩🌷 En Kibera, la mayoría de la gente no tiene un baño en casa. Asociaciones surgen con baños públicos para no defecar al aire libre y ofrecer un uso adicional: abono humano.
Un hombre se acerca en silencio a un kiosco con una moneda. Se lo entrega a la kioskera y esta le da un par de trozos de papel. Acto seguido abre una valla, sube las escaleras y se mete en un cubículo. A los pocos minutos sale, echa un poco de serrín, se lava las manos en la pila y se va.
Él es uno de los clientes de los tres baños públicos del Grupo Comunitario de la Nueva Presa de Nairobi, una asociación cooperativa en el barrio de Silanga, en la parte sur de Kibera, el asentamiento informal más grande de Nairobi y toda África. Por diez chelines kenianos, unos seis céntimos de euro, uno puede ir al baño y hacer sus necesidades en un lugar privado y servir para crecer flores. Sí, la defecación de ese hombre acabará siendo abono en poco más de un mes para unas preciosas flores.
El proceso total dura en torno a un mes. Primero, el excremento se queda en el depósito bajo del agujero durante una semana. Al pasar esa semana, dos personas que emplea la organización lo arrastran a la vez con una carretilla a uno de los tres tanques situados a unos pocos metros. La primera semana al aire libre todavía está mojada y lo dejan secar. Después le dan la vuelta para asegurar que todo se va secando. Si no llueve, en tres semanas ya está seco y lo vacían a un hueco al final, desde donde crean los paquetes de un kilo de abono para vender por otros diez chelines.
La idea nació en 2014 y contactaron con el Instituto de Investigación Médica de Kenia para ver la posibilidad de generar abono con el excremento humano. “Nos dijeron que no sirve para plantar verduras, pero sí para las flores”, explica George Nengo, el director de la organización. Kenia es el cuarto país que más flores exporta del mundo por un valor de 725 millones de dólares, así que vieron una oportunidad.
Para entonces la organización ya llevaba ocho años en activo con otras actividades como ofreciendo agua limpia con dos tanques de agua para la comunidad; plantando verduras en un invernadero y reciclando plástico. “Este era un sitio tupido y pantanoso, un lugar peligroso donde no podías pasar ni a la luz del día porque te robaban móviles, aquí tiraban a cuerpos muertos”, cuenta Pamela Olesia, secretaria de la organización. “Entonces pensamos que si cortábamos el arbusto y cavamos terrazas, el agua podría pasar”. Consiguieron secar el sitio y se pusieron manos a la obra.
Por aquel entonces eran cien personas, pero poco a poco se fueron dando de baja hasta las veinte personas que forman esta organización, que funciona como una cooperativa. “Se ganaba poco y a la gente no le gusta el voluntariado mucho tiempo”, explica Nengo. La organización funciona como una cooperativa, quien más ayuda y más dividendos se lleva a fin de año: el que menos se llevó el año pasado fue 2.000 chelines y el que más 20.000 chelines, entre 12,30 y 123 € al año. De esto no pueden vivir, así que como cada uno tiene su trabajo se dividen en turnos entre semana para cuidar el lugar y los sábados se reúnen todos.
La única línea de desagües que pasaba por Kibera no llegaba a Silanga, al sur del asentamiento informal. “Muchas casas no tienen baños, solo había ‘baños voladores’”, explica Nengo. Ese es el nombre vulgar que se da a defecar al aire libre en bolsas de plástico. Sin saneamiento ni agua, montar un baño al uso no es sencillo. Para ello se aliaron con la oenegé norteamericana Kounkuey Design Initiative que ayuda a desarrollar proyectos comunitarios en espacios públicos. Decidieron montar un baño seco, sin agua, con serrín y reciclándolo para abono.
En el vídeo, Pamela enseña cómo almacenan los excrementos hasta convertirlos en abono, al final.
En todo el mundo, todavía 2,4 mil millones de personas no tienen un baño, de los cuales casi un tercio, 760 millones, están en África subsahariana. Eso implica que en la región, más de la mitad de la población no tiene un baño o si tiene no está conectado al saneamiento. El objetivo de la Organización Mundial de la Salud es que para 2030 haya un retrete para todo el mundo, pero está muy lejos de conseguirse.
Muchas de estas personas viven en zonas rurales, pero la creciente urbanización del continente supone un problema para la adaptación de servicios de agua y saneamiento. Un 61,7% de la población urbana vive en asentamientos como el de Kibera, donde algunos cálculos sitúan la población en torno a 700.000 personas.
Aunque no hay datos de cuántos baños hay, algunos estudios calculan que en Kibera hasta 150 personas pueden compartir un baño. En Mathare, el segundo asentamiento más grande de Nairobi, un estudio empírico descubrió que un baño lo compartían 85 familias y tan solo el 15% de casas tenían un retrete privado.
La falta de agua potable y saneamiento aumenta la transmisión de enfermedades intestinales como la disinteria o la diarrea. Casi un tercio de los niños sufren diarrea en asentamientos como Kibera, por un 13% de media en la ciudad de Nairobi.
Ahora, los tres baños les han dado popularidad en el barrio. “La gente está muy contenta, como estamos al lado de la carretera principal, muchos pasan caminando de camino al trabajo y se para a utilizar el baño”, dice Nengo. Cada día utilizan los baños aproximadamente un centenar de personas y han empezado a aparecer otros como estos de organizaciones como Fresh Life que ofrecen servicios similares. “Nos han copiado, pero nosotros fuimos los primeros”, apunta orgullosa Coletta Mueni, vicesecretaria en la comunidad.
Lo más importante es que cada vez menos gente defeca al aire libre. “Hemos visto cómo se ha reducido, cada vez hay menos”, dice Mueni. Pero aun así, lo más importante no es el baño en sí, ni el dinero, sino tener un espacio público para la comunidad que cuidan como si fuese su casa. “Lo principal es unir a la gente. Hay gente que no tiene baños, ahora un señor viene y coge agua, es un lugar público que une espiritualmente a la comunidad”, acaba Nuengo.
Este reportaje ha sido financiado por la Fundación Anesvad. La organización cuenta con la estrategia WASH de agua potable, saneamiento e higiene y su programa Fuentes que enferman que conciencia sobre las enfermedades si no se cuenta con agua potable.