Dónde golpea más el crimen organizado en África
⚠️ Conflictos, mercados ilícitos y debilidad estatal marcan el mapa de la criminalidad en el continente.
La criminalidad organizada en África presenta una distribución desigual, marcada por fuertes contrastes regionales y por la combinación de conflictos armados, debilidad institucional y economías ilícitas transnacionales. Según el Organized Crime Index 2025 de ENACT, varios países del continente superan el umbral de 7 puntos en criminalidad, lo que indica una presencia intensa tanto de mercados ilegales como de actores criminales consolidados.
República Democrática del Congo (7,47) encabeza el ranking continental, impulsada por la proliferación de grupos armados, la explotación ilícita de recursos naturales y una de las resiliencias estatales más bajas del continente (2,21). Le siguen Sudáfrica (7,43) y Nigeria (7,32), donde confluyen economías criminales diversificadas, redes organizadas y altos niveles de violencia urbana. En el caso sudafricano, los focos especialmente críticos están en ciudades como Johannesburgo, Pretoria, Durban o Ciudad del Cabo.
África Oriental y el Sahel concentran buena parte de los países con niveles elevados de criminalidad. Kenia (7,18), Sudán (6,63), Somalia (6,55) y Sudán del Sur (6,42) reflejan el impacto de la inestabilidad política y los conflictos prolongados en la expansión de mercados ilícitos y actores armados. En el Sahel, países como Mali, Burkina Faso y Chad muestran índices elevados, asociados al tráfico de armas, drogas y personas.
En contraste, los niveles más bajos de criminalidad se concentran en pequeños Estados insulares y países con mayor capacidad institucional. Santo Tomé y Príncipe (1,80), Seychelles (3,65), Mauricio (4,23) y Cabo Verde (4,08) destacan por combinar una criminalidad relativamente contenida con altos niveles de resiliencia, es decir, mayor capacidad para prevenir y responder al crimen organizado.
El mapa ilustra así una tendencia clave: la criminalidad no depende solo de la existencia de mercados ilegales, sino de la fortaleza del Estado para contenerlos. Allí donde la resiliencia es baja, como en Libia, la República Centroafricana o Somalia, los actores criminales encuentran un entorno propicio para consolidarse. Por el contrario, países con resiliencia media o alta logran amortiguar el impacto del crimen, incluso cuando existen economías ilícitas activas.




