Diez años de papel mojado en Sudán del Sur
El 9 de julio de 2011, Sudán del Sur obtuvo su independencia de la República de Sudán con el 98% de los votos a favor entre su población. Diez años más tarde, el país más joven de África y el número 193 de Naciones Unidas está inmerso en una de las mayores crisis humanitarias desde su independencia. Tras dos guerras civiles en su tiempo unida a Sudán –primero en 1955, más tarde en 1983–, su inicio como nuevo país no ha traído todavía la estabilidad: Sudán del Sur no se ha recuperado tras la guerra civil iniciada en 2013. El gobierno sudanés, presidido por Salva Kiir Mayardit, firmó un acuerdo de paz en 2018 con su rival, el exvicepresidente Riek Machar, y en marzo de 2020 se materializó con un gobierno de unidad nacional. El presidente es de la etnia Dinka, la más grande en el país con un 36% de la población, y Machar de la Nuer, segunda con un 14% de los ciudadanos. Ambos han enfrentado a sus poblaciones y a pesar de los avances, en la semana del décimo aniversario el presidente Kiir asegura que una "dura" guerra todavía es posible.
A pesar del insistente llamamiento humanitario por diferentes organizaciones no gubernamentales, Naciones Unidas no ha cumplido ni con el 20% de los 1.680 millones de dólares que piden desde Sudán del Sur. La epidemia de la hambruna también se ceba con el país. Por lo menos 2,47 millones de personas en el país viven en condiciones de inseguridad alimentaria, 31.000 rozan la hambruna y 1,4 millones de niños y niñas están en situación de desnutrición aguda. Unos datos que sobrepasan a los de 2013 cuando Sudán del Sur se veía inmerso en el peor de sus capítulos humanitarios, hasta ahora. La situación salpica a su país vecino, Uganda. El campamento de refugiados de Bidi Bidi, al noroeste del país limítrofe, es uno de los asentamientos más poblados del mundo, donde las tiendas de campaña se han convertido en un hogar para más de 971.400 refugiados sursudaneses.
A pesar de todo, Sudán del Sur tiene un gran potencial económico. Su capacidad agrícola, con una de las mayores poblaciones de pastores del mundo, y sus reservas de petróleo, la tercera más importante de África con al menos 3.500 millones de barriles, son algunos de sus mayores valores, pero ni siquiera estos auguran un futuro próspero para el país. La aceleración del cambio climático ha provocado que cuando no llueve en el país, sea un problema, y cuando sí, también. Sequías e inundaciones se suman a la vorágine de la crisis humanitaria y la inestabilidad política en un Sudán del Sur que soñaba hace diez años con la prosperidad, y que ahora tropieza con la indiferencia del mundo.