¿Debemos tratar al JNIM como una amenaza estratégica en Mali?
🇲🇱 Un análisis más detenido sugiere que la influencia del JNIM va mucho más allá de lo militar, cuestionando la autoridad del Estado y reconfigurando el orden local en amplias zonas del país.
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La salida de Mali del G5 Sahel en 2022 y la retirada definitiva de la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en Malí (MINUSMA) a finales de 2023 marcaron un punto de inflexión para el país. Con el fin de la principal presencia internacional de estabilización y el giro político-militar de la junta de transición, Mali ha quedado cada vez más aislado en términos diplomáticos, cerrando espacios de cooperación y apostando por alianzas bilaterales mucho más opacas.
En este vacío, la llegada y consolidación del grupo de seguridad ruso Wagner, rebautizado hoy bajo nuevas estructuras, pero operativo sobre el terreno, ha reforzado una lógica centrada en operaciones ofensivas de corto alcance, sin un proyecto político o institucional sólido detrás. Este cambio ha debilitado aún más la capacidad del Estado para proyectar autoridad en el territorio y ha abierto la puerta a la expansión de actores armados no estatales.
Entre ellos, Jama’at Nusrat al-Islam wal-Muslimin (JNIM), coalición afiliada a Al Qaeda en el Sahel, ha sido el gran beneficiado. Desde 2020 ha ampliado significativamente su implantación en las regiones rurales de Tombuctú, Douentza, las afueras de Segú y Sikasso, donde la presencia estatal es prácticamente inexistente. Sin embargo, en los últimos días la atención internacional se ha centrado no en estas zonas periféricas, sino en las proximidades de Bamako. JNIM ha impuesto un bloqueo de combustible que afecta directamente a la capital, generando alarma y sorprendiendo a quienes consideraban que la amenaza yihadista había perdido intensidad.
Ante esta situación, la pregunta clave es inevitable: ¿debemos tratar las capacidades actuales de JNIM como una amenaza estratégica?
La narrativa dominante suele presentar al grupo únicamente como un actor terrorista, cuyo objetivo es la violencia indiscriminada. No obstante, un análisis más detenido sugiere que su influencia va mucho más allá de lo militar, cuestionando la autoridad del Estado y reconfigurando el orden local en amplias zonas del país.
¿Qué es el JNIM?
JNIM nació en marzo de 2017 bajo el liderazgo de Iyad Ag Ghali, integrando a facciones vinculadas a Al Qaeda en el Magreb Islámico, Ansar Eddine y Al Mourabitoun. Desde entonces se ha consolidado como la principal plataforma yihadista del Sahel occidental, organizándose en varias zonas de operaciones en el norte y centro de Mali.
Su rechazo frontal a la presencia occidental lo situó en confrontación directa con MINUSMA y con la operación francesa Barkhane, que concluyó en 2022. Durante la última década, más de 300 cascos azules han muerto en ataques atribuidos al grupo, evidenciando su capacidad para erosionar misiones internacionales.
¿Qué entendemos por “amenaza”?
El término se utiliza con frecuencia de forma vaga en el debate público, reforzando enfoques securitarios que justifican respuestas exclusivamente militares. La literatura de la seguridad crítica ya advertía que el concepto de amenaza es inherentemente multidimensional y no puede reducirse únicamente al plano militar. Para evitar esa simplificación, es necesario analizar la amenaza a través de cuatro dimensiones:
1. Capacidad militar: habilidad para realizar ataques, causar daño, mantener logística y resistir operaciones estatales.
2. Control territorial y gobernanza: capacidad de ejercer autoridad práctica sobre espacios y poblaciones, proporcionando servicios, imponiendo normas y regulando actividades.
3. Legitimidad social: aceptación, tolerancia o dependencia por parte de comunidades locales, ya sea por afinidad ideológica, necesidad o ausencia estatal.
4. Proyección regional: posibilidad de expandirse geográficamente o influir en dinámicas más allá del territorio inmediato.
Este marco permite evaluar a JNIM de forma más precisa, alejándonos de interpretaciones mediáticas o políticas.
Capacidades actuales de JNIM
1. Capacidad militar: limitada pero eficaz
JNIM no dispone de capacidades convencionales significativas. Su fuerza no reside en la ocupación de ciudades ni en el enfrentamiento directo con fuerzas regulares.
Sino que su eficacia se basa en emboscadas y ataques con artefactos explosivos improvisados (IED), operaciones móviles y conocimiento del terreno. Su estructura descentralizada asegura la resiliencia y la capacidad continua de reclutamiento, especialmente en áreas rurales marginadas. Este tipo de guerra de desgaste dificulta la respuesta estatal y mantiene al grupo operativo incluso tras ofensivas militares.
2. Control territorial funcional
Más allá de ataques puntuales, JNIM ha logrado establecer control funcional sobre corredores rurales estratégicos en el centro de Mali. En estas zonas, el grupo ejerce una autoridad práctica imponiendo impuestos, aplicando la justicia islámica y garantizando la libertad de movimiento a cambio de lealtad o tributo. Aunque no se trate de un control absoluto, su autoridad es suficiente para limitar el acceso estatal, regular la vida cotidiana y asegurar su influencia.
3. Gobernanza insurgente
Este es quizá el aspecto más determinante de su consolidación. En muchas áreas, JNIM arbitra disputas locales, regula la violencia intercomunitaria, establece normas de seguridad y controla las rutas comerciales. En contextos marcados por el abandono estatal y los abusos militares, esta gobernanza, coercitiva y excluyente, puede percibirse como una fuente de orden y previsibilidad. Esto genera dependencia social, contribuyendo a su legitimidad de facto.
4. Adaptación estratégica
JNIM ha mostrado una notable capacidad para ajustar su estrategia, ya que evita confrontaciones directas con Wagner y las Fuerzas Armadas Malienses, explota los abusos estatales y las violaciones de derechos humanos para su propia propaganda y reclutamiento, y finalmente, establece alianzas pragmáticas con comunidades fulani y otros grupos armados. Esta flexibilidad le permite mantener influencia incluso ante cambios militares y políticos, es decir, esta capacidad de adaptación explica su resiliencia.
¿Supone JNIM una amenaza estratégica?
Aunque JNIM mantiene capacidades militares limitadas en términos convencionales, su principal fortaleza reside en su capacidad para llenar ese vacío de poder. Es decir, para sustituir funciones estatales, consolidar un orden paralelo y arraigarse socialmente. Esto, lo convierten en una amenaza estratégica interna para Mali y la estabilidad regional, pero no representa una amenaza global existencial para Europa.
Las capacidades actuales de JNIM obligan a reconocerlo no solo como un grupo armado violento, sino como un actor que ejerce funciones de gobernanza en zonas donde el Estado está ausente. La amenaza principal del afiliado a Al-Qaeda es estructural e interna, basada en la capacidad de sustituir al Estado y consolidar un orden paralelo.
El bloqueo reciente cerca de Bamako evidencia que el grupo no busca tomar la capital, para lo que carece de capacidades convencionales. Además, el ejército mantiene allí su principal contingente y armamento pesado, lo que haría inviable un asalto urbano.
Pero la presión exterior permite a JNIM enviar un mensaje claro: la junta militar no controla plenamente el territorio ni puede garantizar su seguridad. En un contexto de desconfianza interna y rumores recurrentes de contragolpe, este desgaste político es estratégico.
Tratarlo únicamente como un actor terrorista global conduce a respuestas militarizadas que ya han demostrado ser insuficientes e incluso contraproducentes. Cualquier estrategia efectiva deberá combinar seguridad con reconstrucción institucional y gobernanza rural, abordando las causas que permiten su expansión.
En otras palabras, la pregunta no es solo si JNIM es una amenaza, sino qué tipo de amenaza queremos ver. Reconocer su naturaleza estructural es un paso imprescindible para diseñar respuestas más eficaces y sostenibles.




