De cómo Eminem supuestamente apoyó a un partido de extrema izquierda en Sudáfrica y los peligros de la inteligencia artificial
La IA se utiliza por políticos en campaña y en guerra para generar desinformación y cala especialmente en países con entornos de medios frágiles y población rural sin tanto conocimiento tecnológico
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Hace poco más de un año, un vídeo comenzó a circular en redes sociales en la que el rapero estadounidense Eminem opinaba sobre las elecciones sudafricanas: “Que le jodan al CNA, esos cabrones han fallado a los negros en su país. No hay trabajo, no hay carreteras, no hay agua, no hay electricidad. El crimen es alto y te preguntas por qué. Por supuesto, el CNA la ha cagado”, decía supuestamente en el vídeo.
Y no, no es que de repente el rapero de Detroit estuviera súper metido en la política sudafricana. Su voz la utilizo el partido de extrema izquierda Luchadores por la Libertad Económica (EFF, por sus siglas en inglés) para modificarla con inteligencia artificial e intentar buscar el voto. Supuestamente, Eminem se aliaba así con un partido que aboga por una Sudáfrica negra, sin blancos, y cuyo líder, Julius Malema, ha sido condenado por delito de odio al decir que hay que matar a los sudafricanos blancos.
No cabe decir que por palabras como las suyas Donald Trump ha salido a decir que hay un genocidio ante los blancos, aunque el día que lo afirmó en el Despacho Oval delante del presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, mostró una imagen de el supuesto entierro tras matanzas de sudafricanos blancos, cuando en realidad eran trabajadores humanitarios en R.D. Congo tras asesinatos del grupo rebelde M23. La verdad ya empieza a dar igual.
El propio Trump fue utilizado en los comicios del año pasado en las elecciones sudafricanas. El partido zulú del expresidente Jacob Zuma también usó al presidente estadounidense con IA para modificar su mensaje pidiendo el voto para su partido. “El CNA de Cyril Ramaphosa ha fallado a todos los sudafricanos y con este nuevo partido del expresidente Jacob Zuma todos los sudafricanos importarán”, decía supuestamente. Boca y mensaje no concordaban, pero un político del partido lo compartió y corrió como la pólvora.
Esto son solo dos de los ejemplos de cómo la inteligencia artificial se está utilizando para generar desinformación en el continente. Así lo contó ayer en el V Encuentro de Periodistas África-España la periodista y excorresponsal de la BBC Karen Allen, quien presentó los descubrimientos tras un estudio titulado “AI-Generated Disinformation in Europe and Africa: Use Cases, Solutions and Transnational Learning” hecho para la Konrad Adenauer Stiftung alemana.
En su ponencia, Allen aseguró que la IA se usa para desinformación en África de cinco maneras principalmente: de manera política, para confirmar una narrativa, para apoyar a un candidato en elecciones, para actividades criminales, y como sátira.
Además, explicó que estos mensajes, que pueden parecer simplemente falsos para quien conozca la cuestión, son más creíbles cuando son amplificados por políticos y cuando van dirigidos a personas dispuestas a creerse sus postulados. Eso es todavía más relevante en países con mucha población rural sin conocimiento de la inteligencia artificial y además en países con frágiles ecosistemas de medios que no saben identificar fácilmente la mentira. “La conclusión es que si estás viendo esto en un pueblo remoto con tu teléfono móvil y no estás acostumbrado, te pueden delatar fácilmente”, aseguraba.
Ahí, explicó que hay dos grandes diferencias a la hora de hablar de desinformación: el FIMI y el DIMI. El FIMI se refiere a la Manipulación e Interfencia de Información Extranjera, mientras que DIMI es la Difusión de Información Manipulada e Intencionada. Es decir, la primera es aquella con fines geopolíticos por terceros países y la segunda la simple difusión de material por usuarios.
Esos vídeos falsos se llegan a utilizar también en entornos bélicos, como por ejemplo en Sudán, diciendo que el Ejército iba a ocupar viviendas y matar a civiles o donde el exdictador Omar Al-Bashir supuestamente tomaba partido en el conflicto.
Ahora, aunque se usan deepfakes, modificando bien la voz, en África proliferan mucho también los cheapfakes, es decir, vídeos hechos de una manera muy burda y sencilla por cualquier persona pero que acaban funcionando por su relevancia.
Todo esto lo que lleva a es a crear ruido, incluso si no es cierto y genera que surjan cuentas locales que espolean esos sentimientos comunitarios para propagar luego campañas foráneas. Como por ejemplo, vídeos manipulados de France24 diciendo que se apoyara a la nueva junta militar en Burkina Faso de Ibrahima Traoré.
Eso a su vez ha generado un negocio. En un estudio de las elecciones kenianas se vio que genera un hashtag podía suponer desde 770 dólares hasta 7.000 dólares para posicionarlo y hacerlo viral, y la tasa diaria para producir tuits con desinformación iba de 500 a 1.000 dólares estadounidenses, lo que generaba que influencers digitales se hicieran de oro con la desinformación.
Lo curioso es que esa transcendencia de la IA ha llevado también al efecto contrario: políticos y personas con poder desacreditando vídeos o audios reales diciendo que están tergiversados con inteligencia artificial, algo que ha pasado en Mauricio, una democracia consolidada.
Por eso, hay que estar atentos y medios como AfricaCheck buscan desmontar la desinformación sobre el continente. Porque la desinformación genera prejuicios, y esos prejuicios se pueden reforzar con el uso de tecnologías como la inteligencia artificial de manera interesada y fraudulenta.




