A Francia le echan del oeste pero redirige su mirada al este
El vídeo de aquí abajo es tan fantasioso que por un lado dan ganas de reírse por el ingenio y por otras de acojonarse, sobre todo si eres costamarfileño. Por si no quieres verlo, te lo resumo: soldados del Grupo Wagner ruso aterrizan para ayudar a militares marfileños y burkineses acabar con soldados franceses representados como cadáveres y una serpiente enorme. Tras conseguirlo, señalan su próximo destino: Costa de Marfil, mientras Emmanuel Macron, de espaldas, da puñetazos a su escritorio.
Ojo a esto. Soldados franceses como muertos vivientes o serpientes gigantes en Mali y Burkina. Mercenarios rusos de Wagner al rescate. Esta propaganda se comparte en la región. Y en el vídeo apuntan a un nuevo objetivo: Costa de Marfil. pic.twitter.com/weHNgrTduZ
— Xavier Aldekoa (@xavieraldekoa) January 24, 2023
Que Rusia tiene la simpatía de los regímenes militares de África occidental no es nuevo. Tampoco que Francia cada vez tenga peor imagen en la región que colonizó hasta la década de 1960: el país ha caído al séptimo en buena imagen a nivel continental. Sí lo es que Burkina Faso haya dado un mes al Elíseo para retirar los cerca de 400 soldados franceses de su territorio, decisión que se ha acatado desde París. Esta salida se suma a la retirada de 5.000 soldados de la Operación Barkhane en el Sahel, la cancelación de la ayuda al desarrollo a Mali y la prohibición de las oenegés francesas allí.
La retórica dice que Francia pierde peso político en África. Es cierto que es así en la región occidental, pero no se puede extrapolar a todo el continente. Macron lleva años trabajando en mejorar las relaciones con África y su foco ha dejado de estar en una región donde tras años de esfuerzo militar no ha dado más que pasos atrás. Esta semana pasada, el presidente francés recibió en el Elíseo a William Ruto, presidente de Kenia. Macron ya visitó el país en 2019 y ahora recibía al nuevo líder para hablar inversión en infraestructuras y energía. Ruto pidió apoyo de empresas francesas para construir dos presas y una autovía acordada pero pausada. Hace un año, en febrero Macron recibió a su homóloga tanzana, Samia Suluhu Hassan. ¿Adivináis de qué hablaron? Correcto: infraestructura y energía. A finales de este año Macron prometió ir a Tanzania donde podría ayudar a cerrar un acuerdo con empresas francesas para construir y operar el nuevo puerto de Bagamoyo por 10 mil millones de dólares. No es el único puerto: cerca de Tanga se está ya construyendo el que servirá al Oleoducto Crudo de África Oriental (EACOP) del que tanto os hemos hablado que la energética francesa Total Energies lidera con un 62% de las acciones. La energía es el nuevo soft power: en Mozambique, quieren retomar en este año el proyecto de gas natural parado desde 2021 por los ataques terroristas en Cabo Delgado. Más al sur, Total Energies lleva años explorando las aguas sudafricanas y ya ha encontrado gas en dos puntos y ahora va en busca de más gas y petróleo. Pero no todo es negocio: Macron visitó Kigali en 2021 para mejorar las relaciones con Paul Kagame, difíciles desde hace años, y ahora actúa como un mediador clave entre bambalinas para rebajar la tensión entre Ruanda y República Democrática del Congo. Visto lo visto, la pregunta debería ser si Francia no está ganando peso geopolítico en África. Alejarse de países inestables, donde cada vez te quieren menos y te echan regímenes militares y acercarse a quien te abre los brazos a ti y tus empresas parece ser una política lógica. Insistir en controlar a quién tanto daño has hecho y donde tan poco has podido solventar no es lógico. Mejor dejar ir y centrarse en otros lares. Macron lo sabe.